Un estudio que ha medido la actividad de la piel como indicador del sistema nervioso ha demostrado científicamente que lo que genera adictos no es el teléfono móvil, sino la interacción social que permite.
Un equipo de investigación de la Universidad de Granada (UGR) ha demostrado por primera vez que la gente no es "adicta" al teléfono móvil, sino a la interacción social que permite este dispositivo electrónico.
El trabajo, publicado en la revista científica Psicothema, supone la primera evidencia científica de tipo experimental de esta teoría, que fue desarrollada en 2018 por el profesor Samuel P. L. Veissière, investigador de la McGill University de Montreal (Canadá).
Para llevar a cabo este experimento, los científicos de la UGR trabajaron con una muestra formada por 86 sujetos, que dividieron en dos grupos.
"En uno de los grupos (el grupo de expectativa social) instruimos a cada participante para que enviase un mensaje a través de Whatsapp a sus contactos más activos en el que se explicaba que iban a participar en una tarea "emocionante dentro de un universo de realidad virtual", ha explicado el investigador del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la UGR y autor principal del trabajo, Jorge López Puga.
El grupo de control no le pidieron que enviasen ese mensaje "emocionante" a sus contactos.
El equipo hizo que los dos grupos desactivasen las notificaciones y dejasen los móviles obre la mesa boca abajo mientras realizaban una actividad en un entorno de realidad virtual, tras lo que siguieron un tiempo sin poder hacer nada hasta volver a usar Whatsapp.
Durante todo el proceso, los científicos de la UGR midieron la actividad electro-galvánica de la piel, un parámetro que se interpreta como un indicador de la actividad de nuestro sistema nervioso autónomo, es decir, una especie de medida fisiológica de ansiedad.
"Observamos así que el grupo con expectativa social estuvo más tenso durante todo el experimento. También se observó que este grupo se puso más ansioso cuando se solicitó que dejasen de usar el teléfono móvil", ha apuntado López Puga, quien ha añadido que también estuvieron más nerviosos al volver a usar el móvil.
Los resultados demuestran que el teléfono móvil no es el causante de los problemas psicológicos, sino que, más bien, el cómo y el para qué se usa este dispositivo pueden explicar mejor ciertos problemas psicológicos.