En 1948, las religiosas de Jesús-María iniciaban el proyecto de crear un colegio de enseñanza para niñas. Después de la cesión de terrenos y de la construcción del mismo, se inauguraba el colegio y la Capilla que ha estado, hasta hace poco tiempo, cedida a la barriada de La Asunción. A lo largo de estos 50 años de trabajo y convivencia, el colegio ha ido transformándose para continuar dando respuesta a las necesidades que van surgiendo.
—¿Qué labor social desempeña la Comunidad religiosa en el barrio?
—La Comunidad está muy cercana también a la parroquia, la Comunidad de Jesús-María desde el inicio del colegio hizo una labor social muy importante, por el tema de escolarización de alumnas que en aquel momento no se podían escolarizar, que sólo se escolarizaban los niños en algunos colegios del centro de Jerez. Entonces, como había esa carencia optaron por venirse aquí y empezar una escuela desde cero. Entonces la labor social ha sido muy importante, de promoción también, con actividades de preparación para estudios superiores con algunas alumnas.
—¿Cuál es la respuesta por parte de los vecinos de la zona?
—Creo que el colegio y el barrio han ido un poco de la mano. De hecho, la capilla del colegio que se construye para el colegio se cede al barrio porque carecía de capilla entonces se cede a la Diócesis de Jerez para que se haga la parroquia de La Asunción, hasta que recientemente se construyó una nueva. Creo que el barrio y el colegio han ido de la mano y además como fuimos el primer centro educativo que hubo en la zona, todas las familias que vivían y que han estado aquí en el colegio y que ya hoy son abuelas, traen a sus nietas, porque yo creo que tienen gran cariño a este centro.
—¿Cuáles han sido las actuaciones más importantes en estos 50 años?
—Primero poder nacer como centro, con muchísimas dificultades. Unos inicios sin dinero, nada más que a base de esfuerzos, de ayudas, hubo colaboración por parte del entonces alcalde Álvaro Domecq que cedió el terreno, pero fue, sobre todo, el esfuerzo de los padres de familia, de Jesús-María, del profesorado que empezó. Y después cosas importantes el tema de la integración del alumnado en educación especial, cuando eso era una experiencia piloto. Esa integración supuso un cambio organizativo en el centro, de ambiente del centro y fue una decisión tomada por todos: padres, profesores, entidad titular. Eso nos ha marcado mucho como colegio.
—¿En qué medida se implican los padres en las actividades que lleva a cabo el centro?
—Creo que hoy día es como todo. Hay personas que tienen mucha implicación, otros que tienen menos, pero en general sí hay una buena respuesta en todo lo que son reuniones, actividades generales del centro. Lo que todos los profesores y todos los directores creo que echamos en falta es que los padres dediquen más tiempo a sus hijos, y es que el rol de vida actual nos deja poco tiempo a lo que son lo más importante que son nuestros hijos. Entonces, en ese sentido, le llamamos un poco la atención a los padres en que los niños necesitan más tiempo de seguimiento, más tiempo de lectura y de apoyo, día a día.
—¿Cómo recibieron la noticia del Premio Ciudad de Jerez?
—Con muchísima alegría, no sólo por las personas que estamos sino por todas las personas que hemos conocido que han hecho posible que este colegio tenga una vida de 50 años y muchas personas que han dejado aquí muchas horas de trabajo, muchas ilusiones y mucho esfuerzo. Entonces el motivo de alegría muy grande, para los que estamos y por los que han estado también antes que nosotros.
—¿Cuáles son las principales campañas de sensibilización que desarrolla el colegio?
—Hacemos siempre una campaña en Navidad para alguna entidad local, como el comedor de 'El Salvador'. También últimamente lo estamos haciendo para una obra de Jesús-María en un barrio bastante marginal de Sevilla que se llama 'La providencia'. Y después en el segundo trimestre hacemos una campaña siempre para algún proyecto de Jesús-María en el tercer mundo como por ejemplo Haití con el tema de los terremotos o los huracanes que hubo. Y este año las perspectivas son de ayudar en Pakistán por las inundaciones, que también tenemos obras y podemos hacer una ayuda directa a familias y niños necesitados de allí y una obra nueva que se empezó el año pasado en Tánger.
—Los profesores sois los principales impulsores de todas las iniciativas, ¿no es así?
—El profesorado es el motor de este colegio, el activo más importante que tenemos. No únicamente vale su calidad profesional, sino también su calidad humana. Entonces aquí todos hacemos de todo, todos colaboramos en actividades complementarias, extraescolares, todos realizamos labores de pastoral y realmente somos una familia y un equipo educativo muy comprometido. La implicación es plena. Hay mucho alumnado con muchas necesidades y hay que comprometerse incluso más allá de lo profesional.
—Sois el primer centro tutelado de la provincia, ¿en qué consiste?
—Significa que no hay ninguna religiosa en activo ni en el equipo directivo ni en el claustro de profesores. Sí hay colaboraciones para asuntos de portería, otro tipo de ayudas en el centro. De hecho, la Comunidad de religiosas de Jesús-María está aquí en el mismo edificio del colegio en el barrio de La Asunción. Pero ahora mismo somos un centro tutelado, sin embargo, eso no quiere decir que se pierda el carácter propio, el ideario de centro, el estilo educativo y el cariño de Jesús-María. Nosotros como seglares lo llevamos hacia delante para que el colegio no pierda su esencia.
—¿Cuáles son los retos de cara al futuro?
—Nuestras acciones preferentes son seguir en la línea de la escuela inclusiva, formación e incorporación de nuevos alumnos, tenemos un volumen mayor de alumnos de educación especial. El otro gran reto es el incorporación de las nuevas tecnologías, que es otro campo que tenemos como preferente en el centro. Y no perder nunca de vista el tema de la Pastoral del centro.