Al terminar la actuación firmó autógrafos a decenas de personas que lo esperaban,
Las convence para que llenen el teatro junto con sus maridos y las mantiene convencidas hasta el final. Sus maridos y los que van sin que nadie los lleve, claro está. Le gritan un poco de todo y jalean la mayoría de las canciones. Aguantan estoicamente la hora y media larga de actuación, con un descanso por medio, y eso después de hacer salido a la calle con una tarde de perros, cayendo chaparones a mala idea y en unas condiciones que con otro artista estaría asegurado si acaso medio teatro. Después de la actuación lo esperaron en el vestíbulo y como hacía frío, la organización del teatro dejó que el público entrara en el patio de butacas y allí que llegó Hakim y se puso a firmar autógrafos, a dar besos a diestro y siniestro, a recibir regalos de personas que habían llegado expresamente de Huelva para escucharlo y para verlo. Y si era posible, que fue, tocarlo... O sea, todo lo que puede desear un artista y un empresario. En cuanto al balance artístico, decir que Hakim ni canta flamenco ni canta árabe, ni copla ni melódico, que le cuesta coger el compás y se puede seguir hasta el infinito, es ponerse en contra de sus muchos incondicionales y exponerse a que uno de ellos se disloque. Así que mejor decir que fue un éxito -que lo fue- y que siga en esa línea; que música, no, pero algo les da el muchacho.