Sumergidos en un maratón electoral permanente, sufrimos estas semanas el bombardeo de las elecciones vascas y catalanas. Sin pretender restar importancia a estos comicios, que la tienen y mucha, será oportuno calibrar en su justa medida el alcance de estas citas con las urnas no sólo para la gobernabilidad y el desarrollo de estos dos territorios claves para España, sino también cómo los pactos de gobierno y estabilidad en ambas comunidades puedan afectar a los equilibrios de fuerzas y, en definitiva, al futuro de los acuerdos en los que se sustenta el Gobierno central de Pedro Sánchez.
Son razones de peso para no perder de vista estas dos fechas electorales. Sin embargo, la enorme madeja que crece en torno a estas convocatorias no nos está dejando ver el enorme bosque de democracia, convivencia y oportunidades que está en riesgo del 6 al 9 de junio en las elecciones europeas. Y me temo que poco se va a hablar de lo mucho que se juega Europa, España y Andalucía en la campaña que dará paso a la décima legislatura en el Parlamento Europeo. Poco se está hablando de las cuotas pesqueras y los acuerdos con otros países para faenar en sus caladeros; poco se va a debatir sobre el modelo sostenible entre cultivos y el cambio climático que nos ahoga con una sequía galopante; de la denostada Política Agraria Comunitaria; de la inmigración como frontera Sur del viejo continente; del peligro del narcotráfico, la trata de blancas y la delincuencia organizada; de las relaciones con nuestros vecinos Marruecos y Gibraltrar tras el Brexit; de la respuesta común ante las invasiones de Ucrania y Gaza; de los corredores ferroviarios para que el puerto de Algeciras no sea adelantado por Sines y TangerMed; del auge de la ultraderecha y cómo responderá la euro cámara ante la intoxicación de los populismos y los eurófobos; de las decisiones del Tribunal de Justicia de la Unión Europea en cláusulas bancarias, en legislación laboral, en el precio de las eléctricas, y un largo etcétera de asuntos de enorme trascendencia, y todo lo relacionado con la pandemia del Covid -investigación y estrategia de vacunación, así como la respuesta económica orillando el austericidio e impulsado la solidaridad y los estímulos a través de los Fondos New Generation.
Son debates que no nos pueden hurtar una vez más -ya ocurrió en las pasadas elecciones autonómicas y municipales- bajo el pretexto de presentar estas elecciones como un plebiscito sobre Pedro Sánchez. Casi 9 millones de andaluces que somos europeos no nos lo merecemos porque nos jugamos mucho.