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El debate de la criba

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Mucho se está hablando últimamente de hacer una criba para todas aquellas agrupaciones que no reúnan un mínimo de cualidades (afinación, repertorio…) para estar en el concurso. El pase, durante estos días, de agrupaciones infaustas que no sólo no gustaban sino que además molestaban con su mala afinación o sus chistes de mal gusto, ha llevado el tema a corrillo.

Desde luego, cualquier aficionado al Carnaval sabría distinguir una agrupación aceptable de otra que no lo es. No hace falta ser autor ni carnavalero viejo para saber identificar a un grupo muy malo, alguno de ellos buscando sólo el 'carnet de autor'. El problema está en cómo hacer tal criba. Muchos hablan del ya famoso telonazo, puesto en práctica hace años y desdeñado por ser una costumbre arcaica y que humillaba a los grupos. Además, al igual que los reos del Cadalso, los ejecutores no tenían derecho a juzgar si esa agrupación debía seguir viva pues no conocían cuantos meses de trabajo y esfuerzo iban detrás de sus componentes.

Otra opción es la de “Gracias por participar, no vuelvan el año que viene”, quizá bastante más demócrata pero susceptible a la picaresca que trae consigo el carnaval, que con cambiar el nombre de autores y localidad ya valdría para saltarse a la torera tal solución. También están los que dicen que debe ser el público soberano el que dicte sentencia con sus pitos y gritos desde gallinero y patio de butacas, con el fin de hacer mella en la moral de estas agrupaciones y quitarles las ganas de volver. Pero el público sea quizá demasiado bondadoso y prefiere no hacer sangre.

En cualquier caso algo hay que hacer al respecto para evitar agrupaciones que, desde mi modesto punto de vista faltan el respeto al aficionado y al carnaval. Propongo una solución sibilina. Poner un portero en la puerta de agrupaciones (estos no entienden de pena), lanzallamas en mano, al objeto de pedir un pequeño aporte de lo que van a ofrecer. Si el resultado no es óptimo, consumir a los incautos cuales dioses Momo, asegurando así que no vuelven. Más de uno se lo pensará antes de presentar cualquier mamarracho al concurso.

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