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Antonio Rey, y tan rey

El guitarrista ha publicado ‘Historias de un flamenco’, disco en el que constata su estado de gracia tanto en lo compositivo como en lo interpretativo

Publicado: 31/05/2024 ·
11:50
· Actualizado: 01/06/2024 · 00:23
  • Antonio Rey presenta Historias de un flamenco. -
Autor

Juan Garrido

Periodista jerezano, director y presentador de 'Alianda', el espacio flamenco de Publicaciones del Sur

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El flamenco es objeto de estudio, opinión e información en este apartado que nace en Jerez pero que abarca toda la actualidad andaluza

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La contundencia sonora de Antonio Rey es imponente. Lo lleva advirtiendo años en todas sus composiciones, en cualquier concierto de los tantos que ofrece y lo reafirma con su nueva publicación que ha titulado ‘Historias de un flamenco’ y que se compone de ocho títulos de incalculable valor musical. Antonio, el guitarrista que en 2020 se hacía con el codiciado Grammy Latino por ‘Flamenco sin Fronteras’, ha vuelto a firmar su propio sonido en este trabajo y eso es algo altamente destacable.

Para cualquier guitarrista, músico en general, no hay nada como gozar de personalidad, ser reconocido en pocas notas. Antonio lo ha conseguido y eso es fruto de una dedicación absoluta durante toda una vida, horas y más horas de estudio. Cuando hablamos de sonido queremos hacerlo desde la visión más concreta, esto es, algo que permanece e identifica, es una bandera que se planta sobre el terreno para que ya nunca más sea derribada. El hijo de Tony y Maravilla, aquel que en su niñez, según su padre, no le gustaba del todo la guitarra, se ha superado a sí mismo en esta nueva entrega e incluso ha de reconocérsele su aventurado acercamiento al aroma que transmite aquello que no está previsto, como una respiración, un silencio o un suspiro.

La frescura con la que inicia el repertorio, recordamos que es todo creado por él, nos traslada a la amplitud del océano, ese por el que Antonio parece pasear con tanta frecuencia como yo lo hago por mi calle. A la rumba‘Mi Rey’ lo sigue la seguiriya ‘Gitana Bailaora’, en la que no abandona la atmósfera íntima que exige el estilo, acordándose de su madre en la voz de Israel Fernández y Mara Rey. No abusa de las colaboraciones, la presencia de éstas son justas y precisas, motivadas por el sentido y sin resultar abrumadoras. La guitarra siempre es la protagonista.

Los Makarines se suman a ‘Historias de un flamenco’, bulerías en las que el picado se mezcla con el rasgueo, y la melodía vuelven a encender el motor del alma viajera del artista. La holgura conceptual de Antonio se evidencia en ‘Nuestro Vals’, de una belleza flamenca difícil de describir, y salta al ritmo frenético en la ‘Rumba -Salsa con Alaín' (Pérez) que invita al baila, a mover la cintura, a vivir la noche. Son muchas las personas que se suman a este trabajo como Carlos Merino, Juan Parrilla, Ané Carrasco, Diego Montoya, Carlos Grilo, Paquito González... por mencionar algunos. 

Vuelve la nostalgia con ‘San José Obrero’, composición para rememorar su niñez, sutil y posiblemente cargada de buenos recuerdos, primeras veces, tiempos pasados que vuelven una y otra vez a las cuerdas. ‘Calma’ es una minera, otro paseo dulce y sin prisas, en solitario, concluyendo su viaje con ‘México en mi corazón’, insistiendo en la universalidad de su alma, de su música, de su sonido. Antonio estará pronto en el Palau de la Música de Barcelona, en Japón, en Los Ángeles o por España, llevando sus historias a través de su guitarra, contando el más bello relato construido de los últimos años y con la garantía de que todo es fruto del esfuerzo, de su admiración por los grandes como Paco o Sanlúcar, por la auto exigencia y por el talento que da Dios.

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