Si la lluvia no deja a esta hermandad en su templo, por lo que habrá que estar pendiente al cielo, el buen aficionado a la Semana Santa no podrá perde
Si una palabra hay que define a esta hermandad, la de Los Afligidos, es la pulcritud, el orden y el respeto que provocan en la ciudadanía una vez que sale a la calle desde la capilla del Hospital de San Juan de Dios. Es otra de las hermandades que estrena junta de gobierno, por lo que será una prueba de fuego que se tornará en nervios antes de la salida, si es que se puede llevar a cabo, pues la meteorología indica que hay probabilidad de que el cielo descargue a lo largo del día, por lo que habrá que estar muy pendiente de éste, puesto que Los Afligidos es una hermandad curtida en problemas en sus salidas procesionales por la aparición de la tan menospreciada lluvia, que no es buena consejera en Semana Santa. El hecho de que no lleve música, más que el acompañamiento de la capilla musical de Sevilla tanto para el nazareno como para María Santísima del Rosario en sus Misterios Dolorosos, es una carácteristica que nunca deja de sorprender a quien se cierne en torno a la capilla para ver salir a estos nazarenos, de riguroso luto, y sus titulares. Este año la salida será menos agraciada que otros años, y es que las obras de Micaela Aramburu harán que parte de la calle esté cortada, por lo que complicado será que todo el que quiere pueda disfrutar de la misma. El silencio por tanto se une a la caída de la noche, aunque este año habrá más horas de luz para que esta hermandad cumpla su recorrido. Saldrá de su templo a las 19.15 horas (adelantando también por tanto la hora anterior) e irá directa a su carrera oficial, como ocurre desde que ésta se trasladara a la plaza del Castillo, haciendo, sin duda, uno de los recorridos más breves pero igualmente respetado por el portuense. Si hay suerte y la lluvia no afea la salida procesional, a las 23.50 horas estará comenzando a entrada en San Juan de Dios. No hay más espectáculo, para el buen aficionado a la Semana Santa portuense, que no perderse su salida o su entrada en su templo, puesto que el esfuerzo de los costaleros y las maniobras que hay que hacer bien merecen la pena.