Son más que el esqueleto de una época de gloria. Son la constatación de muchos errores. Trasmiten una especial tristeza por su decadencia moderna. Por la tremenda carga de historias humanas que han dejado atrás, en el desempleo de cada uno de sus actores; desde los técnicos, los arquitectos que parieron el trabajo, que le dieron proyecto y alma, a los que invirtieron en ellos, pusieron su ilusión financiera, se creyeron reyes emprendedores por un día por supuesto, pasando por los que trabajaron manualmente, aportaron el sudor, la lucha, a veces recompensados, otras quizás no tanto, y los que dejaron trozos de su cuerpo o su propia vida en aquellas obras. Esqueletos vacíos sin ojos que parecen no tener tampoco alma.
Porque, qué diferentes son los edificios antiguos que se caen, los que van camino de derrumbarse y aún mantienen cierta dignidad, una fachada más o menos amable, el rastro de una escalera que ya no sube ni desciende a ningún lado en la pared del edifico aledaño que sí sigue en pie, o los azulejos dispersos en la misma que dan idea de que estancia ocupaba ese espacio. Son edificios que guardan como un hálito de vida, una vuelta a la memoria que nos hace imaginar cuántas historias se han vivido en ellos, qué seres los habitaron, y qué desgracias y qué alegrías tuvieron en esas parees, hoy apenas visibles, que se desmoronan mientras supuran un poco de su historia, del pasado.
Mientras tanto, que diferentes ya digo, los edificios que se quedaron sin construir, dando cuenta de una época donde quisimos más de lo que éramos, más de lo que podíamos ser; donde aspiramos a todo por encima de nuestras posibilidades, y ahora vemos, que ni caen, quizás para constatar lo mal que lo hemos hecho, aunque tampoco siguen creciendo ni tienen visos de que vayan a volver a hacerlo. Como cuando se trunca un amor que está todavía en el andamiaje porque no medimos bien que la pasión se entrega toda desde el primer momento, sólo cuando nos llega la hora de edificar el cariño definitivo. Son la prueba irrefutable en fin de que siempre, tendremos que hacerlo mucho mejor en el futuro.
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