Los destrozos del temporal en la Comunidad Valenciana dejaron ver la mejor cara de la solidaridad en España. Miles de voluntarios de todos los puntos del país se pusieron manos a la obra para ayudar a los afectados. Muchos de ellos se presentaron para prestar sus manos sobre el propio terreno arrasado, mientras que otros se movilizaron para organizar recogidas de alimentos, material y/o dinero para enviar a los afectados.
Aparte están los que han contribuido de las dos formas, entregándose por entero a ayudar personas que lo pasaron y continúan pasando muy mal teniendo por delante grandes pérdidas que afrontar, tanto materiales como personales, y unas vidas que reconstruir. Y en este grupo de “héroes” está José Enrique Caballero, guardia civil gaditano retirado que no dudó ni un minuto en ayudar todo lo que podía y más.
Kike se ha desplazado ya dos veces a Valencia, sumando entre ambas visitas más de un mes de ayuda desinteresada. En cuanto conoció las consecuencias del desastre se preparó para viajar a las localidades más afectadas. Junto a compañeros de
RAGCE (Retirados Asociados de la Guardia Civil de España), asociación que dirige Lucía Llano como presidenta nacional, echó no una sino dos manos en municipios como Paiporta, Benetússer, Catarroja, Aldaia, Alginet, Alaquàs y Chiva.
Kike y sus compañeros trabajaron limpiando accesos a domicilios particulares, tiendas e incluso fábricas para que todo pudiese volver a la normalidad lo antes posible. Una de sus primeras labores tras conducir toda la noche para llegar temprano a Valencia fue limpiar una nave de piensos para que pudiera funcionar y alimentar al ganado. “Llevaba siete u ocho días cerrada, pero conseguimos limpiarla en ese día y dejarla operativa entre siete miembros de RAGCE, una Policía local de Ubrique y otras tres chicas”, detalla. Además, gestionaron una decena camiones que transportaban materiales de ayuda.
“Ayudamos en todo lo que pudimos, prestando además
apoyo anímico a muchas personas que lo habían perdido todo”, recuerda Kike tras haber conocido de primera mano la magnitud de un desastre natural que destrozó poblaciones enteras y segó más de 220 vidas.
Una de las ayudas que más emoción le produce recordar es el trato regular con una
señora de 93 años, que había perdido hasta la cama y dormía en el suelo hasta que Kike y sus compañeros le entregaron una cama articulada nueva conseguida por Lucía Llano.
Hasta
repartió sonrisas por los colegios y, como de tal palo tal astilla, nos cuenta con orgullo que su hija Cristina “se gastó 40 euros en caramelos para que se los llevase a los niños valencianos”.
Un gesto desinteresado
Aunque en casa lo apoyan porque “mi mujer me conoce bien y sabe cómo soy”, de momento Kike no se plantea una tercera visita a Valencia. “Es un dineral lo que te dejas ayudando”, lamenta, aunque abre una puerta: “si el material deportivo que vamos a reunir es mucho y sale más barato el combustible que el envío me plantaré allí otra vez para entregarlo en persona y recogiendo en Córdoba a mi compañero Rafa, que ha luchado muchísimo por ayudar a las familias más necesitadas y hemos conectado muy bien”.
En su primera visita, Kike Caballero pasó las noches “en casa de Fernando, un compañero Guardia Civil” y en la segunda “en casa de Nacho y Carlos, dos personas a las que no conocía de nada con las que me puso en contacto Kike Caraballo, de El Puerto”. Eso sí, su doble aventura incluyó una ducha nocturna “en casa de unos pakistaníes que había conocido en un kebab y luego dormí en el coche”. Pero nada de esto frenó su fuerza, ilusión y ganas de ayudar.
Su coche particular, además de cómo improvisada cama, también sirvió para llevar material. Cargado hasta los topes, en el primer viaje lo llenó de alimentos y productos de limpieza e higiene personal entregados por el coro de Valdés. Y en el segundo desplazamiento llevó “potitos y cosas de farmacia, latas de pintura y pienso de perros y gatos donados por Javi de Gadesur, Sandra, el Millo de Cádiz, Rosa del coro de Jesús Monje, Kike Caraballo y mi casa”.
Ayuda en la distancia
Siempre ideando, la mente inquieta de Kike le llevó a promover una
recogida de libros para la biblioteca de Picanya, aunque al final le comunicaron que no era de extrema urgencia en este momento al existir otras prioridades como la reposición de material deportivo. Pues dicho y hecho, Kike ya ha comenzado una campaña para recoger todo el material necesario para que los niños no dejen de hacer deporte.
A través de las redes sociales, busca la colaboración de clubs gaditanos que quieran y puedan sumarse a una iniciativa que pretende dotar de material deportivo a los cinco clubs de Paiporta, comenzando por el Ciudad de Paiporta, ya que “lo han perdido todo”. “Ya llevé una equipación completa nueva de la AD Raúl Navas para el Ciudad de Paiporta benjamín, pero claro, se queda corto”, explica Kike, inmerso en este nuevo proyecto solidario.
Con Valencia siempre en mente, también se trajo a Cádiz un poquito del cariño recibido por los vecinos como señal de agradecimiento. Y no volvió solo, ya que adoptó a un pequeño gatito al que rescató. “Su madre y sus dos hermanos estaban ahogados a su lado”, recuerda al abrazar al felino, al que iban a llamar Dana, “pero como resultó ser un macho lo llamamos Danonino”, nos cuenta con su buen humor de siempre, el que regaló a los vecinos afectados para sacarles una sonrisa en la etapa más difícil de sus vidas.