Iván Romero aporta su granito de arena a la chirigota de Carlos Pérez, que se presenta como la tribu urbana del washisnai, llegada desde el futuro pero inspirada en míticas agrupaciones de Carnaval. El compás del grupo se mantiene invariable, con ese ritmo que invita a mover los pies desde la presentación. Sabor en los pasodobles. El primero para reivindicar su modalidad, la chirigota, más viva que nunca gracias a grandes regresos como los de Yuyu, Puerto Real o Remolino y a los que año a año se mantienen en la brecha. Canto al carpe diem en el segundo, pues ellos que ya han visto el futuro saben que esto dura muy poquito. Bonito mensaje. Ritmo frenético en los cuplés, simpáticos, el primero para la moda de los tatuajes y el segundo para los concursos de guantazos, con remate para Martínez Ares. Decae el popurrí, de más a menos.
Lo mejor Las comparaciones con el futuro, con menos diferencias de las esperadas
Lo peor Lo horteras que van a ser las agrupaciones del futuro, con tanto brillo y tantas luces…