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Luces apagadas. Silencio expectante. Y de pronto, suena una joya del Carnaval: la presentación de la comparsa 'Los Principiantes, de Antonio Martín, en la voz de un emocionado Manuel Carrasco. Así arrancaba la previa de una noche que prometía, y cumplió con creces.
Móviles en alto, miles de personas listas. Cádiz volvía a recibir al onubense dos años después, y él lo sabía: "No puede pasar tanto tiempo sin pisar esta tierra que siento como mía"- decía tras abrir con 'El grito del niño', guitarra en mano y vestido con su ya icónico look verde de red, como si emergiera del mar.
23.000 gargantas lo coreaban incluso antes de cantar. Cádiz colgó el cartel de sold out con semanas de antelación. Y el público entregado desde el primer acorde, le hacía la ola antes incluso de empezar.
Le siguió 'Pueblo Salvaje', con esa letra que agita conciencias: "No te dejes morir", y que el público coreaba con fuerza, como un mantra.
Y llegaron los clásicos: 'Hay que vivir el momento', 'Corazón y Flecha'... y con ellos, los primeros "lo, lo, lo" del público, como respuesta espontánea a su entrega.
"Una ciudad que nos recibe así no es cualquier cosa. Llevo toda una vida soñando con cantar en un sitio como este", dijo Carrasco visiblemente emocionado. Cádiz no es una parada más para él, es un símbolo. Lo confesó, aunque fuese un secreto a voces: "Mi sueño de pequeño era cantar Carnaval. Esta ciudad me inspiró toda la vida".
Y como quien devuelve un regalo, lo dio todo: repasó su carrera desde que saliese de OT, hace ya 23 años, con temas con solera como 'Siendo uno mismo', 'Mujer De Las Mil Batallas' o 'Y ahora'; pero también otras más nuevas como 'Salitre'. No faltó tampoco como un himno esperanzador 'No dejes de soñar', que convirtió el estadio del Cádiz CF en un mar de luces encendidas.
Pero si hubo un momento que tocó la fibra gaditana, fue el bloque acústico. Vestuario cambiado, energía intacta, y Manuel Carrasco rindiendo homenaje al Carnaval de Cádiz, cantando pasodobles de grandes como Martínez Ares, Juan Carlos Aragón, Jesús Bienvenido y José Luis Bustelo.
Y no lo hizo solo: subió al escenario a su amigo y compañero de OT Miguel Nández, que ya no estará en la comparsa de Martínez Ares, para firmar uno de los momentos más sentidos de la noche. Lo confesó: "Esto lo enseyamos hace cinco minutos en el camerino". Sencillo, honesto y profundamente emocionante.
Entre canción y canción, hubo hasta fuegos artificiales y un guiño simpático con la Kiss Cam. Pero tranquilos, que esta vez no hubo escándalos -no se descubrió ningún lío de oficina ni se rompió ningún matrimonio- como sí pasó en el concierto de Coldplay. Aquí el mensaje era claro: "Bésame Salvaje" -pero besos salvajes, lo que se dice salvajes...ni uno, eh. Todo muy bonito, muy de "te beso pero tengo a mis suegros al lado".
El espectáculo tuvo de todo: emoción, conciencia, alegría, ritmo y hasta baile, porque Carrasco también desplegó en Cádiz su arte y su bandera del Pueblo Salvaje ondeando en el escenario.
Y Cádiz respondió: bailando, cantando, sudando la gota gorda y pidiéndole, incluso, que sea el próximo pregonero del Carnaval.
"Cádiz es sentimiento y valores", dijo. "Estoy tan agradecido... como dice el dicho: de la teta que mamó" refiriéndose a su arte, a su gente, a sus maneras y, por supuesto, a su Carnaval.
A lo que el público respondió con ese clásico que lo resume todo: "Esto es Cádiz, y aquí hay que mamar!".
Y antes de acabar, sus últimas palabras fueron una auténtica declaración de amor: "¿Qué le voy a decir yo a Cádiz que Cádiz no sepa? Gracias por esta noche y por tantas otras. Me habéis dado la vida. Cádiz, que lo sepas: te debo mucho. Y tú, más que nadie...tienes el poder", dando paso a la penúltima canción del concierto 'Tengo El Poder'.
Cerrando con el broche de oro, una canción hecha despedida en forma de promesa: "Que no, que no, que no me da la gana, que no me voy de aquí hasta por la mañana". Con las luces del estadio encendidas por deseo expreso del artista, y una sonrisa que claramente, como decía la canción, él tampoco quería irse. Una noche simplemente brillante, en la que el escenario no solo se iluminó con focos, sino con el calor de amigos, familia y "la más bonita de las energías y una complicidad increíble" que solo da el público gaditano.