¿Ljublana o Lubiana?

Publicado: 16/11/2012
Es una ciudad con un centro histórico lo bastante pequeño como para parecer un romántico pueblecito
Si no se aclara con la pronunciación, no se preocupe, los italianos la llaman Lubiana desde siempre y los eslovenos -creo- no se enfadan. Tengo muy buenos amigos en Eslovenia, todos son buena gente, amables, amigos de sus amigos y muy solidarios. Uno de ellos, Allen, a quien conozco desde 1998, siempre me dice que su ciudad, Ljubljana, es un agradable lugar donde pasear, una ciudad con un centro histórico lo bastante pequeño como para parecer un romántico pueblecito, y una ciudad en su conjunto lo suficientemente grande como para reunir todo lo que necesita una capital. Creo que esta frase, define muy bien como es hoy la antigua Emona Romana.


La estructura de la ciudad me recuerda a los anillos del interior de un árbol que se utilizan para calcular su edad. El castillo de Ljubjana, en lo alto de una montaña, marca la parte más antigua de la ciudad. En un segundo anillo, y a los pies de la montaña, tenemos la ciudad antigua -uno de los barrios barrocos mejor conservados de toda Europa-; marcando el perímetro de la parte antigua está el río Ljubljanica. Más allá del río, el centro de la ciudad, un agradable barrio con edificios de estilo neo-renacentistas de principios del siglo XX. Y por último, el resto de la capital, una ordenada urbe moderna donde se percibe claramente la arquitectura de la época de la Yugoslavia de Tito así como las últimas aportaciones urbanísticas de la última década.

El castillo y sus vistas
Aparque en Krekov Trg, hay un buen parking. Estará delante del puente de los Dragones, que en 1901 sustituyó a un antiguo puente de madera. Un funicular panorámico le lleva al Castillo desde donde se disfrutan las mejores vistas de la ciudad. Para bajar a la ciudad vieja se puede regresar en el mismo funicular, o bien tomar alguno de los senderos que descienden suavemente. Si el clima acompaña y dispone de tiempo, le recomiendo esta alternativa. Tendrá la agradable sensación de pasear por un bosque.


La Ciudad Vieja de Ljubljana se extiende en paralelo a los pies de la montaña. Es una sucesión de plazas que va desde la ya mencionada Krekov Trg hasta Metodov Trg, Mestni Trg, Stari Trg y Gornji Trg (plazas Metodov, municipal, vieja y superior respectivamente). En ese espacio de terreno, atravesado por pasillos y callejuelas que llevan a la montaña o al río, nos encontramos con el Ayuntamiento, la iglesia de San Florián o la Catedral de San Nicolás donde se representan 13 siglos de cristianismo esloveno. No quiero olvidar el mercado Plecnik y sus columnas -en honor al gran arquitecto, con objetos de arte, madera, vidrio…- y su continuación natural en la plaza Vodnikov Trg -fruta, verdura, vino…-.
En la zona de la catedral y el mercado, y antes de Navidad, se montan varias paradas y mesas donde poder comer snacks y bocadillos típicos eslovenos con los que entrar en calor. A unos metros del mercado, está el auténtico centro de Ljubljana, los Tres Puentes que dan acceso a Presernov Trg y a la conocida iglesia Franciscana. Desde la plaza Presernov -gran poeta esloveno-, podemos acceder a las comerciales calles Copova y Miklosiceva donde podemos ver el Grand Hotel Union o el colorido edificio del antiguo Banco Cooperativo.


De vuelta al río Ljubljanica se encontrará con mucho ambiente: restaurantes, cafeterías y bares donde tomar una copa o un café. El sábado por la noche hay mucha animación. Si va en diciembre, verá que el mercado navideño atrae a miles y miles de personas de todo el país. A casi cero grados verá que las terrazas están repletas y repletas: hay calefacción en todas ellas imitando un remoto clima tropical. El domingo por la mañana, y también junto al río, se celebra un curioso mercado de antigüedades que no hay que perderse.


Desde este punto, podrá ir a Kongressni Trg, diseñada para el congreso de la Santa Alianza en 1821. En ella están la Universidad o la Filarmónica dando paso a una parte de la ciudad en estilo neorrenacentista donde verá la iglesia ursulina de la Santa Trinidad o la plaza de la República donde se ubica el parlamento de Eslovenia. Y por último: no se vaya de Ljubljana sin probar la típica sopa de champiñones servida en un cuenco de pan -haciendo las veces de plato- y acompañada de un buen vino tinto nacional.

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