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La tribuna de Viva Sevilla

La verdad sobre Melonares (I)

Se sigue sin explicar lo que todos los técnicos solventes saben: el embalse de Melonares no es necesario (existen alternativas mejores, ya operativas) para el abastecimiento de Sevilla. No es necesario ni hoy ni en el horizonte (10 ó 20 años) con el que trabaja la planificación hidrológica.

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Al calor del nuevo enfrentamiento entre el Ayuntamiento de Sevilla y la Junta de Andalucía, el embalse de  Melonares reaparece en los medios, junto con otros grandes problemas del modelo de desarrollo territorial del área metropolitana de Sevilla: el túnel del AVE, la Torre Pelli, el dragado del estuario, la SE-40…. Su reaparición se inscribe en un contexto que ha caracterizado este proyecto desde hace casi 20 años: su instrumentalización en la lucha de desgaste entre los grupos políticos que se han sucedido en el gobierno del Ayuntamiento (con la excepción, hay que reconocerlo, de IU). Pero, mientras tanto, se sigue sin explicar a la sociedad lo que todos los técnicos solventes saben: el embalse de Melonares no es necesario (existen alternativas mejores, ya operativas) para garantizar el abastecimiento del área metropolitana de Sevilla. No  es necesario ni hoy ni en el horizonte temporal (10 ó 20 años) con el que trabaja  la planificación hidrológica.

Pero, ¿no sufrió el área metropolitana de Sevilla, como gran parte de Andalucía, restricciones de hasta 12 horas desde finales de 1992 hasta finales de 1995? ¿No se ha repetido hasta la saciedad, al calor de aquella experiencia traumática,  que Melonares es una “cuestión de supervivencia” para Sevilla? ¿No ha existido una posición unánime en las instituciones a favor de esta obra? ¿Cómo dice usted que Melonares no es necesario? El desconcierto de la ciudadanía resulta totalmente comprensible y, por eso mismo, es muy grave la responsabilidad de los políticos que crean y utilizan esa confusión para hacer méritos o para desgastar al contrincante ante la opinión pública. 

Veamos algunos datos clave. La obra del embalse de Melonares, que aportará 40 Hm3 al año por término medio (40 estadios de fútbol grandes llenos de agua),  se aprobó bajo el supuesto de que en el año 2012 Sevilla tendría una demanda de 190 Hm3/año. En 1991 la demanda del área metropolitana alcanzó la cifra de 172 Hm3, por lo que esa estimación (en la que, con una horquilla de 180-210 Hm3/año, coincidían todas las administraciones) era comprensible, teniendo en cuenta las habituales técnicas de proyección (trasladar al futuro las tendencias del pasado) con las que opera la “planificación del desarrollo”.

Sin embargo, la realidad, muy positiva en términos económicos y ambientales, es que la demanda hoy, con 100.000 habitantes abastecidos más, es de 115 Hm3, 33% menor que la de 1991  y 40% menor que la que justificaba la necesidad del embalse de Melonares. Y esto, pese al modelo de expansión urbanística (ciudad extensa, con alto porcentaje de viviendas unifamiliares) que ha caracterizado el crecimiento metropolitano estos últimos veinte años.

¿Cómo ha sido posible esto? Por el buen trabajo de todas las administraciones (Junta, Ayuntamientos) y empresas  (Emasesa, Aljarafesa): inversión en redes, mejora de la gestión, perfeccionamiento del sistema tarifario para penalizar altos consumo, mejora de las instalaciones domésticas, etcétera. Y también por la conciencia y el buen comportamiento ciudadano. Todo ello sin ninguna merma de la calidad de vida. Quizás sea ésta unas de las pocas buenas noticias reales que se pueden dar en relación al manido tema del desarrollo sostenible: hemos aprendido colectivamente a vivir más personas, sin pérdida de calidad de vida, con menor cantidad de agua.

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