No soporto la demagogia barata que muchos ejercen con respecto al sueldo de los políticos.
A algún lumbrera se le ha ocurrido la brillante idea de que nadie pueda cobrar más dinero del que recibe el presidente de la Junta de Andalucía.
El argumento, a todas luces, es correcto, de cara a la galería, ya que se supone que Díaz es la máxima responsable de los andaluces y por tanto debe ser la mejor pagada.
El problema llega cuando vemos que la retribución que van a tener los altos cargos de la Junta, de las Diputaciones y de los Ayuntamientos es una miseria en comparación con los emolumentos que recibe cualquier directivo de una empresa privada. Por ello, nadie que tenga un mínimo nivel aceptará un empleo para trabajar por la comunidad. Sólo los mediocres se quedarán en unos puestos tan importantes para conseguir el bienestar de la ciudadanía. No es lógico que una persona tenga que perder poder adquisitivo para ocupar un cargo de relevancia.
Para una empresa un colaborador que reciba 300 euros puede se carísimo, mientras que un directivo que reciba 12.000 euros mensuales puede ser una ganga. La eficacia y los conocimientos de los directivos se valoran en función de los resultados y nunca comparativamente y de forma demagógica.
A diario, vemos a políticos que hacen trapicheos para conseguir enriquecerse y medidas como la propuestas harán que sean muchos más los que descontentos con sus sueldos acepten los regalitos que muchos van a ofrecerles.
Apuesto por políticos competentes, honrados, bien retribuidos y que sólo se preocupen por conseguir mejoras para los miembros de la sociedad.