Las chapas están oxidadas. Tanto los suelos como las cubiertas del recinto están sucias. Y la compostadora de basura está la mayor parte del tiempo averiada. El Mercado de Atarazanas, el más céntrico y el más importante de la capital, no parece el lugar más apropiado para exponer a la venta alimentos frescos, de acuerdo con las quejas que hacen los propios comerciantes.
 
Hace apenas tres años que el Ayuntamiento concluyó la remodelación de este espacio comercial, un edificio que data del siglo XIX y que está construido sobre un antiguo taller naval de origen nazarí. La obra fue financiada con una subvención concedida por el Ministerio de Fomento y costó en total unos 13 millones de euros.
 
La mayoría de sus 260 puestos presenta deficiencias, por lo que los comerciantes sospechan de que los materiales que debieron usarse para la construcción no son de la mejor calidad. Los soportes de los extintores se rompen y no se reponen. Además, han lamentado el hecho de que no haya ni una sola papelera en todo el recinto.

La concejala de Promoción Empresarial y de Empleo, Ana Navarro, asegura que el Ayuntamiento ha invertido 6.000 euros para realizar 23 arreglos en el recinto comercial en lo que va de año. La mayoría de las averías registradas han tenido como origen un atoro. Por lo que ha pedido colaboración a los comerciantes para no arrojar a las canalizaciones ningún residuo sólido.