Cómo cambiaría un encuentro si los jugadores de una plantilla sintieran lo que realmente siente la afición en los momentos previos a un partido
Aprovecho mi artículo de hoy para "robar" el tweet que dejó mi compañero Eduardo Siles minutos antes del encuentro de la pasada jornada en la red social de Twitter, y a través de él centrarme en el "grosso" de mi opinión semanal. Mamar recreativismo, he ahí la cuestión.
Cómo cambiaría un encuentro si los jugadores de una plantilla sintieran lo que realmente siente la afición en los momentos previos a un partido. Qué hubiese ocurrido si cada uno de los integrantes que vistieron el escudo más antiguo del país, hubieran recorrido las calles de Huelva con el pueblo, el verdadero alma de este club. Porque realmente quien gana o pierde al final, es la afición. Todas esas personas que de generación en generación han llevado 125 años de historia para adelante. Con años sufridos desde El Velódromo hasta el Nuevo Colombino. Y alegrías en forma de ascensos los días de Pentecostés. Y puede, por qué no, que la Virgen tocase con una varita a los Víctor Espárrago, Lora, o Poli Rincón. Que nos trajo del país celeste a Luzardo y Alzugaray. O que incluso pusiese a Caparrós en nuestro camino para cambiarlo de rumbo. Porque el fútbol no es salir y jugar según las indicaciones del entrenador pertinente. No. El fútbol solo entiende de colores, de cánticos, de ilusión, y de un escudo, de su alma. O lo que es lo mismo, mamar recreativismo. Mamar 125 años de historia durante un suspiro de noventa minutos. Salir al terreno de juego cual campo de batalla con tu escudo marcado al pecho con el fuego de sus colores. Recordar a los Raúl Molina, Beto, César, Bodipo y volver a sentir la camiseta de Cepsa y sus cordones en el cuello. Llorar de emoción con el juego que implantó Marcelino García Toral. Los goles de Uche y Sinama. La seriedad de Loren. La magia de un descartado en su día, Santi Cazorla. Un 0-3 en el Santiago Bernabeu que todavía se agarran a la garganta lágrimas de un 20 de diciembre. Mamar recreativismo. La visión de Viqueira sobre el piso. Un octavo lugar en la que era la liga de los sueños. Una final de Copa con sabor a Benítez o Iker Begoña. Descensos que sienten como puñales por la espalda. Todo eso es mamar recreativismo. Un sentimiento. Una ilusión. Unos colores que cumplen 125 años como Decano del Fútbol Español. Felicidades.