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La marca y el cuento de Caperucita

Puede no bastar el mejor candidato, puede no bastar la gestión, ni siquiera la labor de oposición realizada, ni los encantamientos; ahora, dicen, lo que prima es la marca

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Érase una vez un tiempo en el que para ganar unas elecciones municipales daban igual las siglas; bastaba con tener al mejor candidato, como si se tratase de la excepción a la regla. Ya fuera por su personalidad, por su tirón popular, por su cercanía,  por guapo, simpático, noble...; incluso las ideologías quedaban al margen si lograba desprender la suficiente empatía como para poner de acuerdo a miles de personas en favor de su candidatura. Eso, o, caso de haber superado la prueba por una primera vez, refrendar en las urnas la gestión desarrollada a lo largo de cuatro años y poner a prueba la madurez de sus propias señas de identidad.

No siempre fue así. Recién alumbrada la democracia se establecieron una serie de hegemonías a nivel local que permanecieron inalterables durante más de una década; y sin embargo, todo cambió en los noventa con la llegada de un nuevo relevo generacional. Que el PP pudiera ganar entonces unas elecciones municipales era tan impensable como que pudiera haberlo hecho Juanma Moreno hace tres semanas; y lo logró. En 1991, otro Juan Manuel, Armario, a quien un amigo definió como un “auténtico encantador de votos”, ganó en Arcos, convirtiéndose en el primer municipio de larga tradición socialista en dar su voto mayoritario al PP, y cuatro años más tarde ocurriría otro tanto de lo mismo en Cádiz de la mano de Teófila Martínez, que hizo de su resultado todo un punto de inflexión electoral a nivel provincial.

De la evolución del voto municipal a partir de esos años surgieron una serie de axiomas que pueden quedar en entredicho en este 2015, coincidiendo con un nuevo relevo generacional y con una sensación de ruptura que emana de la propia conciencia social, y pese a que asesores y tertulianos negaron la mayor tras las europeas de mayo del año pasado: los de Podemos eran cinco “frikis” y la gente había aprovechado unas elecciones que a nadie importaban para dar un toque de atención, pero después todo volvería a la normalidad -ahora se quejan de que es el gobierno el que vive ajeno a la realidad-.


Pues puede no bastar el mejor candidato, puede no bastar la gestión, ni siquiera la labor de oposición realizada, ni los encantamientos. Este cuento se acabó; como le pasa al lobo en el chiste de Caperucita. En este momento, en estas municipales, dicen, lo que vale es la marca. Anda el personal muy convencido al respecto. Hasta el propio Mariano Rajoy, destructor de mitos y axiomas, lo ha certificado -“no importan las personas, importa la marca”-, al tiempo que algunos de sus candidatos han procedido a minimizarla en su propaganda electoral -no por vergüenza, sino por ventaja-. (Lo de Rajoy, en verdad, merece capítulo aparte, como los que se negaron esta semana a rebatir o debatir su discurso ante las evidencias, entre ellas, que dejara claro que las que le importan son las generales, las que tienen que ver con su asiento).

Yo mismo formo parte de ese relevo generacional que accedió a las urnas por primera vez en los noventa, que vivió aquellos momentos de cambio y que entendió que la gestión política municipal tiene que ver más con las personas que con las siglas. Al menos yo sigo confiando más en las personas que en las siglas, y por eso mismo me parecen igualmente válidas algunas de las que puedan figurar en unas listas u otras, independientemente del partido con el que concurran. Por desgracia, a falta de listas abiertas, sólo podemos decantarnos por una de ellas. Y también por eso mismo trato de entender las causas por las que ahora se insiste en que hay que pensar más en las marcas que en las personas, cuando en realidad van a ser éstas las que decidan el futuro de nuestra ciudad y no las primeras.

La situación es bastante chocante. Esta semana, por ejemplo, en el acto de presentación de la candidatura de Ganemos Jerez había suficientes asientos vacíos como para considerar que aquéllo no había sido un gran éxito; y sin embargo, todos con los que hablas consideran que van a ser decisivos el 24 de mayo. Ciudadanos, que se presenta finalmente en Jerez, lo hará con un candidato que no es que sea desconocido, es que ni siquiera trabaja en Jerez, y también apuntan a que los votos que pueda conseguir van a ser decisivos.

No sé; será que cada vez estoy más cerca del sheriff Ed Tom Bell que de aquel joven que votó por primera vez hace más de 20 años, aunque tampoco pondré en duda lo que decida la mayoría del pueblo, que siempre tendrá más razón y más derecho a equivocarse que el más puro de los axiomas.

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