En su poema titulado “Territorio nuestro”, la escritora andinaLidia Martha Mamani,escribió: “Habitas la misma pradera/ por donde navega mi ausencia,/ dormitas en el mismo bosque/ en donde cavaré mi tumba/. Territorio común, tan nuestro/ es este, oso, compañero/ de mis caminos y mis sueños”.
Y la reciente lectura de “Oso” (Impedimenta. Madrid, 2015), de Marian Engel, ha traído a mi memoria los emotivos versos de la poetisa bolivariana.
Marian Engel (Toronto, 1933 – 1985), licenciada en Estudios Lingüísticos en la Universidad de Ontario, comenzó a escribir en la década de los 60. Tras su primera novela, “Clouds of Glory”, vino la que está considerada su obra maestra“Oso”, editada ahora en España.El libro trajo aparejado tras su publicación un notable escándalo, pero aún así, le valió el Governor General’s Literary Award for Fiction en 1976.
La trama principal de esta impactante narración tiene como protagonista a Lou, una tímida bibliotecaria que recibe un peculiar encargo de su director: inventariar la amplia biblioteca de una casa victoriana situada en una remota isla canadiense que “un tal coronel Jocelyn Cary” ha dejado como legado en su testamento.
La joven e introvertida Lou, abandona, pues, su trabajo en un instituto y pone rumbo a su nuevo y singular destino.
Desde su llegada, las tareas asignadas por su jefe-catalogar los documentos y libros, tomar notas acerca de la historia de dicha biblioteca, informar exhaustivamente sobre la idoneidad de la isla, enumerar cualquier información adicional interesante…-, se verán alteradas y desplazadas ante la inesperada y sorprendente presencia de un oso. Si en un principio, la protagonista siente el lógico recelo por tal presencia, poco a poco irá forjándose una común confianza, una mutua conexión, de la que ambos sacarán rédito.
No cabe duda de que la relación que surge entre ellos, deriva en un cambio radical en la actitud de Lou, quien comienza un viaje iniciático en buscade su verdadera identidad. Sorprendida por la paz y el celo que le procura su nuevo amigo, se da cuenta de que su compañía es sinónimo de felicidad: “Los días largos y cálidos le demostraron el significado del término “buena fortuna”. Tal es el grado de empatía, que una noche, después de disfrutar del baño en el río, le confiesa. “Te quiero, oso”.
Seis décadas de después de su publicación, no puede obviarse la sorpresa y el impacto que originó y originará en el lector la narración de Marian Engel.
Las intensas relaciones sexuales que se detallan entre ambos y el amor incondicional que se profesan a través de sus diversos juegos, sus cómplices miradas, y sus comunes caricias, mantienen la atención y la tensión y un cierto grado de incredulidad a lo largo de todo el relato.
La sobria pluma con la que la autora canadiense vertebra esta historia, conjuga a la perfección con el rigor y la solidez con que se describe la progresiva relación afectiva de Lou y Oso y la cálida atmósfera que va naciendo en derredor.
Una novela, en suma, original y diferente, alabada por la crítica y avalada por la excelente versión al castellano que ha llevado a cabo Magdalena Palmer.