Líder. Dícese aquel que lidera. El que focaliza y se pone delante del grupo. El que debe sacar las castañas del fuego y arreglar más que estropear los asuntos más locales. Este 13 de junio, El Puerto proclama a su próximo alcalde.
Otro más. El horizonte no se tiñe precisamente optimista. La pluralidad no debiera teñirse de ofuscaciones ni de enfrentamientos que poco o nada ayudarán en la gestión de las cuestiones que atañen a la ciudadanía. Demasiado hay en juego para que la ingobernabilidad sea el pan de cada día.
Unos y otros ya conocen lo que se cuece en la otra parte de la bancada y debieran saber y conocer y sobre todo anteponer los intereses comunes a los achaques y a las políticas resentidas y enfrentadas. Un alcalde para todos, para los que lo votaron y los que deben respetar la decisión tomada.
La indefinición mayoritaria tras las votaciones abre de par en par un tripartito que probará la suerte a otra forma de gobernar. Que la herencia dejada no se convierta en la muletilla perfecta para enturbiar y sí para voltear una realidad cuanto menos incierta.
La estabilidad y las soluciones se consiguen desde el entendimiento y desde el compromiso de ser un líder, el que tira del carro. Ya conocemos los problemas, ahora toca solucionarlos. Los cambios no llegan de un día para otro, las intenciones cuentan desde mañana.