En el marco de las XII Jornadas Iberas que se desarrollan hasta el próximo 27 de diciembre, Ruiz aseguró en una intervención sobre el oppidum ibérico de la zona, que es uno de "los mejores conservados debido a que no fue muy poblado". En esta línea explicaba que "es una de las mejores fortificaciones ibéricas en comparación con todas las existentes desde el sur de Francia y hasta Huelva".
Con más de cinco hectáreas de extensión, se convierte en un espacio arqueológico mediano que refleja cómo era la vida cotidiana de quienes lo poblaron desde el siglo IX a. C hasta finales del siglo IV a. C, dando lugar así a una secuencia cronológica que ha permitido investigar sobre la cultura del poblado. El trazado de las calles y la estructura de casas modulares de la zona dejan claro a los arqueólogos y a los visitantes que se trató de una sociedad mediterránea, por los cultivos de trigo y viñedo, y aristócrata, por el concepto de espacio de poder.
Para mantener su riqueza arqueológica, Ruiz apunta a la necesidad de una "mejor conservación" que haga posible que el poblado esté a la vista de los ciudadanos.