Como dice el primo Quiqui, la reina de la música en la Feria es la sevillana. Ya que fue Sevilla la que dio auge a la misma como la conocemos hoy en día. Que fue perdiendo su concepto de ganadera, con el paso del tiempo resurge dándole importancia y protagonismo a los ventorrillos portátiles que se montaban con una loneta y cuatro tablas de madera para atender el éxito del trato de animales.
Hoy en día las casetas gozan de una decoración que causan la admiración de propios y extraños, regadas con inmejorables caldos de la tierra y nada que decir del marisco y del jamón que en ellas se consumen.
De las batas de las campesinas y de las mujeres de los tratantes que arregladas de la mejor manera posible competían en belleza con sus sarcillos de coral y los mantones de manila, pusieron la semilla para que germinara el traje de gitana como lo conocemos hoy.
Este fue imitado por las mujeres de la alta sociedad sevillana que lo extendió por toda Andalucía, evolucionando con las modas de la temporada; primero fueron telas recias de percal y organdí, después fueron telas más vaporosas buscando la comodidad, resaltando aún más si cabe la belleza de la mujer andaluza tomando este el carácter de traje regional y conocido en el mundo entero como traje español dando imagen a todo un país.
Pues cada vez son más las casetas que ambientan las comidas y cenas al compás de Bulerías, creando así un entorno más flamenco. Se forma un tálamo alrededor del grupo contratado y una a una o por parejas va dejando caer esas vueltecitas por bulerías creando un ambiente único que solo se da a orillas del Guadalete.
Este ambiente que quiero recalcar, su singularidad es posible a grupos de mujeres que se interesan por el flamenco. Sin otras pretensiones que pasárselo bien, forman el grupo de las bulerías como se le denominan en las academias de baile flamenco. Si se las encuentran en una caseta, no perdérselo, merece la pena pasar un buen rato con ellas. Ole por los grupos de bulerías.
