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La escritura perpetua

Carme Chacón

Ha muerto después de una trayectoria política brillante, tras ese difícil camino que recorren las pioneras para dejarlo impecable a quienes vienen detrás

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Carme Chacón era valiente -unos y otros lo han destacado en los últimos días-. Una política generosa, y una mujer inteligente y extraordinariamente atractiva. Reunía, pues, cualidades que ahora tanto necesita su partido político: valentía, generosidad, inteligencia y atractivo. Carme Chacón, además, con su muerte repentina, ha realizado involuntariamente un último servicio al PSOE: ha cosido momentáneamente las heridas. El lunes, en la sede madrileña de Ferraz, lugar que ha quedado marcado por el enfrentamiento descomunal entre dirigentes durante el comité federal celebrado el pasado uno de octubre, los socialistas encontraron la unanimidad en el dolor. “Una noticia como esta nos debería llevar a discutir de las cosas importantes”, dijo Felipe González.

Carme Chacón ha muerto después de una trayectoria política brillante, tras ese difícil camino que recorren las pioneras para dejarlo impecable a quienes vienen detrás. Da la impresión de que siempre se sintió más del PSOE que del PSC, ella, tan ‘charnega’, como una de esas chicas lindas que describe en sus novelas Juan Marsé. Y fue uno de los símbolos de una época en la que el Partido Socialista ganaba todavía las elecciones por mayoría absoluta y con récord de votos: 11,3 millones en los comicios generales de 2008.

Carme Chacón pudo haber sido la primera mujer en alcanzar la Secretaría General del PSOE, pero perdió el congreso federal celebrado en Sevilla en diciembre de 2011 frente a Rubalcaba por sólo 22 votos. A partir de ahí inició una trayectoria política marcada por cierta desubicación pero, ya está dicho, siempre brillante y valiente. Carme Chacón hubiera sido muy importante en el futuro del PSOE.


Deja un hijo de nueve años, edad en la que ningún niño debiera perder a su madre. Cuando se quedó embarazada los médicos le advirtieron de que su corazón daba para abastecer a una persona, pero no a dos, pero ella sabía, como Umbral, que un niño es “esa corporeidad mortal y rosa donde el amor encuentra su infinito”.  Embarazada, y con su cardiopatía congénita, Carme Chacón, nada más ser nombrada ministra de Defensa por Zapatero, viajó a Afganistán, Kosovo, y a todos los lugares en guerra en los que había tropas españolas en misiones de paz. Eso le valió rápidamente el respeto del Ejército. Ahora, Carme Chacón ha emprendido el viaje más largo y sin retorno.

Capitán, mande firmes.

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