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España recupera el castillo de L?Aquila

España correrá con los gastos de la restauración de la ?Fortaleza Española, más conocida como La Rocca?, y lo hace para ayudar, en buena hora, para recuperar el gran legado que hay en Italia de la presencia hispana durante varios siglos.

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España correrá con los gastos de la restauración de la “Fortaleza Española, más conocida como La Rocca”, y lo hace para ayudar, en buena hora, para recuperar el gran legado que hay en Italia de la presencia hispana durante varios siglos.
Algunos artículos he dedicado al particular, movido por el mismo afán que parece impregnar las resoluciones del Gobierno de Zapatero con la restauración de la “Fortaleza Hispana”. La Rocca es una fortificación construida en el siglo XVI por el virrey de Nápoles Pedro Álvarez de Toledo. El arquitecto del fuerte fue un español, don Pedro Luis Escrivá, capitán y arquitecto militar de Carlos V, que trabajó en otras afamadas obras de la zona. Hasta el terremoto, el Castello conservaba intacta su forma original, que resulta una de las más evolucionadas de toda la península italiana. Ni siquiera pudo con ella el seísmo de 1703 que arrasó el resto de vestigios arquitectónicos de los reinos hispanos. Se trata de rehabilitar uno de los monumentos más caros, ya que en su reconstrucción se invertirán unos 50 millones de euros.

Francia ha elegido la barroca iglesia de Santa María del Sufragio, cuyo coste será de algo más de seis millones de euros. Pero los galos lo hacen por altruismo no por objetivos nacionales.

Hubo un tiempo en que L’Aquila, la pequeña población epicentro del seísmo que ha matado a cientos de personas en el centro de Italia, estuvo bajo dominio español, cuando el Reino de Nápoles perteneció primero a los Austrias y después a los Borbones. Resulta paradigmático que Zapatero se haya implicado en la recuperación del castillo pero también tendría que hacerlo en algunos monumentos hispanos de ese reino, sobre todo cuando la cuantía de la reparación sería muy inferior a la de La Rocca.

La noticia de la dedicación a la restitución del legado español endulza la acidez de la noticia de que otra vez el Gobierno de España sigue sin pertenecer al G-8 y por tanto continúa en la antesala de las grandes reuniones mundiales donde se toman las decisiones económicas. El ninguneo al que se ve sometido Zapatero es el producto de sus desafíos y desplantes a los gobiernos del primer mundo: Apostar por Segolene y Schoreder en contra de Sarkozy y Merckel, retirada de Irak, tibieza en Afganistán y en el Líbano, así como apoyo a los totalitarios del Cono Sur, sin olvidar que la caída libre de la economía española le hace descender puestos en el ranking internacional desde el octavo al onceavo. No hay quien de más.
Hasta pronto gadiritanos.

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