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Mujercitas

Es en Nonquitt, en el sudeste de Massachusetts, célebre como lugar de veraneo, donde se desarrollan las historias reunidas en el exquisito libro...

Publicado: 22/11/2018 ·
13:30
· Actualizado: 22/11/2018 · 13:32
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Autor

Rosa G. Perea

Rosa G. Perea es escritora. Es cofundadora del Club de Lectura del Ateneo de Sevilla y editora en Almuzara

La Gatera

Como escritora, editora y colaboradora en medios de comunicación, Rosa G. Perea habla de todo, predominando la cultura

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Es en Nonquitt, en el sudeste de Massachusetts, una localidad costera célebre como lugar de veraneo, donde se desarrollan las historias reunidas en el exquisito libro que acaba de publicar la editorial Toro mítico, que ya me atrapó con la edición de la obra completa de Ana de las Tejas verdes.

En Nonquitt pasó muchos veranos Louisa May Alcott (1832-1888), autora de la célebre novela Mujercitas, dejando volar su imaginación. Novela con la que muchas niñas de mi generación aprendimos a leer y a soñar.

Las mujercitas protagonistas de las tres primeras historias que integran esta antología -Lirios acuáticos, El secreto de Sophie y El debut de Debby- aparecen como versiones actualizadas de La Cenicienta, ambientadas en un escenario familiar para Alcott, y en las que se prescinde, entre otras muchas innovaciones, de la rivalidad entre hermanas. Según se presentan aquí, se observa cómo el elemento más reconocible del cuento -la buena doncella que espera al príncipe que ha de sacarla de la pobreza- se va desdibujando: Ruth, en la primera de las historias, se desposa con su príncipe; no sabemos si Tilly, en la segunda, lo hace o no; y Debby, en la tercera, se casa, pero con un hombre sin más patrimonio que “un corazón fiel”, unos “brazos fuertes” y “un apellido honesto”. En cualquier caso, ninguna de estas tres heroínas, tan ajustadas al patrón de mujer resuelta y autónoma de Alcott, funda sus esperanzas en un casamiento ventajoso para alcanzar las metas vitales que se ha propuesto, bastándoles para ello su propio ingenio, talento y esfuerzo. La obra se completa con ¡Qué isla tan extraña! y Diente de León, dos deliciosas fantasías que dan una visión más amplia de los registros juveniles de la autora.

“Ningún chico era mi amigo hasta que le hubiese ganado en una carrera. Y ninguna chica era amiga mía si no trepaba a los árboles ni saltaba vallas”. Decía Louisa May Alcott hablando sobre su juventud.

“Si tuviéramos que comparar a las Mujercitas de Nonquitt con las de la inmortal novela, podríamos decir que aquellas son todas Jo March”. Dice Óscar Mariscal que es el traductor de la obra de Louisa May Alcott.

Una obra por la que no ha pasado el tiempo y más que recomendable para chicos y chicas del siglo XXI.

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