Probablemente todos nos hemos visto en alguna ocasión en la tesitura de tener que hablar de un tema sin la claridad necesaria debido a las circunstancias e incluso obligados a decir una mentira piadosa. Pero de lo que estoy seguro es de que incluso antes de haberlo hecho ya teníamos preparados argumentos para justificarlo, aunque estos se cayesen por su propio peso.
Hasta comienzos del mes de marzo uno de los argumentos más empleados por políticos y medios de información para frenar a quienes avisaban del riesgo de la pandemia fue acusarles de alarmar a la población de una forma innecesaria (todo está grabado y quien lo niegue es un miserable). Si asumimos que sabían lo que sucedía y mintieron de forma piadosa en el beneficio de la ciudadanía, todos ellos son unos negligentes.
Pero el hecho de que muchos de esos medios de información estén justificando ahora su actuación diciendo que no se esperaban lo que está sucediendo, los convierte como poco en unos estúpidos capaces de decir lo que sea con tal de tener audiencia y en el peor de los casos en gente carente de escrúpulos que actuaron solo por su afán de contentar a ciertos sectores sociales y políticos.
Por desgracia es esto último lo que parece estar quedando demostrado en aquellos medios de información que – a pesar de lo que sucede – intentan blanquear la imagen quienes tienen buena parte de responsabilidad.
Desde luego quien gobierna (sea del partido que sea) es el responsable máximo de lo que sucede, aunque también hay otros claros culpables representados por la mayoría de los medios de información que escondieron la realidad dando noticias sesgadas y que manipularon comentarios, tertulias y debates, no para decir mentiras piadosas sino para confundir a todos creando un ambiente de despreocupación.
Ahora no solo lo niegan, sino que – como los gobernantes – actúan intentando dar la sensación de que son los primeros en la lucha contra la epidemia. Además, esos medios cuentan con una manada de individuos e individuas interesadas e hipócritas que colaboran con su fama y poder mediático para esparcir la desinformación.
Pero lo peor es que aún ahora se sigue intentando ocultar cosas, se tergiversan datos y se manipulan hechos para disfrazar las carencias derivadas de actuaciones totalmente negligentes o quizás interesadas, que al paso que vamos pueden convertirse en monstruosas.
Llegados aquí los ciudadanos tenemos derecho a que se nos explique la verdad, no solo a que se nos canten cifras de contagiados y muertos, mientras piden que permanezcamos en nuestras casas.
Estamos cumpliendo las recomendaciones, pero no se nos puede pedir que asumamos nuestras bajas como si fuésemos un ejército en una guerra, que cumple órdenes sin pedir explicaciones. A ver si luego nos dicen que todo fue por nuestro bien, que todo han sido mentiras piadosas.
