La esquela
Mes de los difuntos. Con tal motivo, me ha venido una reflexión sobre algo tan familiar como es la esquela mortuoria.
Mes de los difuntos. Con tal motivo, me ha venido una reflexión sobre algo tan familiar como es la esquela mortuoria. La esquela es una carta breve, una noticia escueta, una cita o un aviso sobre alguien. Cuando se hace pública, suele referirse a una persona que ha dejado de existir, es decir, a su fallecimiento.
Para muchas personas es la única vez que han salido en los periódicos y, por falta de tiempo, dejan su carta informativa, la esquela que anuncia la despedida. Constituye uno de los géneros literarios del periódico, pero se considera intocable, ni siquiera se estudia como tal. A pesar de lo reducida que es la esquela, está tan sintetizada, tan esquematizada, tan compendiada que su desglose daría para una biografía completa. Dicen que la esquela es la única noticia que no admite mentiras. Es más, algunas personas, que han ocultado la verdad de su edad durante la vida, para no seguir mintiendo después de muerto prefieren que no se diga la edad con que han dejado de existir.
El formato de la esquela es ancestral, arcaico, inamovible. En España, desde que apareció el periódico moderno, se utiliza el mismo modelo. Un cuadrado o rectángulo de líneas negras; presidido por el símbolo cristiano de la cruz y, debajo, con trazos gruesos, el nombre del difunto o protagonista del deceso. Inmediatamente, el estado que tenía: casado, soltero, viudo... A continuación, el día del fallecimiento, la edad y el dato consolador de haber recibido los Santos Sacramentos, generalmente dato rutinario. Debajo del nombre, aparecen las siglas latinas RIPA (Requiescat In Pace: “Descanse en paz”). El capítulo más largo es el dedicado a la familia: mujer o esposo, padres, hijos, hermanos y demás familiares, rogando asistan a las exequias o misa por su eterno descanso. Se indica el domicilio y la ciudad donde vivía.
Las esquelas nunca decaen, siempre están al alza. Para la mayoría de los periódicos, es la única de las noticias que hay que pagarlas en metálico por adelantado, antes que el difunto sea enterrado. Ninguna noticia puede competir con la esquela. Los periódicos dejarán fuera cualquier otra noticia antes que una esquela. Una página del periódico, repleta de esquelas, produce bastante más que muchas noticias. El tamaño de la esquela no interesa al difunto, pero sí a la familia, porque viene a expresar la medida del aprecio que tenían al finado e incluso su capacidad económica; una vanidad propia de los vivos.
El número de esquelas que aparecen diariamente en los periódicos tiene fuerza estadística. En una ciudad de 100.000 habitantes, se calcula que los difuntos son de 2 a 3 diarios. En una ciudad de 200.000, la media está en unos cinco difuntos diarios. Y otro de los datos importantes para la estadística son las edades con que hoy suelen morir las personas. En muy pocos años se ha ganado tiempo a la vida. Hace unos 20 años, las esquelas arrojaban, normalmente, edades sexagenarias de defunción. Hoy, la mayoría son septuagenarias, octogenarias e incluso nonagenarias. Y ya se dice que, dentro de otros veinte años, la población media habrá alcanzado los 100 años de vida.
Sin embargo, lo de menos son los años que se vivan, lo importante es el contenido que hayamos dado a nuestra vida y la huella que hayamos dejado a los que vienen detrás.
Para muchas personas es la única vez que han salido en los periódicos y, por falta de tiempo, dejan su carta informativa, la esquela que anuncia la despedida. Constituye uno de los géneros literarios del periódico, pero se considera intocable, ni siquiera se estudia como tal. A pesar de lo reducida que es la esquela, está tan sintetizada, tan esquematizada, tan compendiada que su desglose daría para una biografía completa. Dicen que la esquela es la única noticia que no admite mentiras. Es más, algunas personas, que han ocultado la verdad de su edad durante la vida, para no seguir mintiendo después de muerto prefieren que no se diga la edad con que han dejado de existir.
El formato de la esquela es ancestral, arcaico, inamovible. En España, desde que apareció el periódico moderno, se utiliza el mismo modelo. Un cuadrado o rectángulo de líneas negras; presidido por el símbolo cristiano de la cruz y, debajo, con trazos gruesos, el nombre del difunto o protagonista del deceso. Inmediatamente, el estado que tenía: casado, soltero, viudo... A continuación, el día del fallecimiento, la edad y el dato consolador de haber recibido los Santos Sacramentos, generalmente dato rutinario. Debajo del nombre, aparecen las siglas latinas RIPA (Requiescat In Pace: “Descanse en paz”). El capítulo más largo es el dedicado a la familia: mujer o esposo, padres, hijos, hermanos y demás familiares, rogando asistan a las exequias o misa por su eterno descanso. Se indica el domicilio y la ciudad donde vivía.
Las esquelas nunca decaen, siempre están al alza. Para la mayoría de los periódicos, es la única de las noticias que hay que pagarlas en metálico por adelantado, antes que el difunto sea enterrado. Ninguna noticia puede competir con la esquela. Los periódicos dejarán fuera cualquier otra noticia antes que una esquela. Una página del periódico, repleta de esquelas, produce bastante más que muchas noticias. El tamaño de la esquela no interesa al difunto, pero sí a la familia, porque viene a expresar la medida del aprecio que tenían al finado e incluso su capacidad económica; una vanidad propia de los vivos.
El número de esquelas que aparecen diariamente en los periódicos tiene fuerza estadística. En una ciudad de 100.000 habitantes, se calcula que los difuntos son de 2 a 3 diarios. En una ciudad de 200.000, la media está en unos cinco difuntos diarios. Y otro de los datos importantes para la estadística son las edades con que hoy suelen morir las personas. En muy pocos años se ha ganado tiempo a la vida. Hace unos 20 años, las esquelas arrojaban, normalmente, edades sexagenarias de defunción. Hoy, la mayoría son septuagenarias, octogenarias e incluso nonagenarias. Y ya se dice que, dentro de otros veinte años, la población media habrá alcanzado los 100 años de vida.
Sin embargo, lo de menos son los años que se vivan, lo importante es el contenido que hayamos dado a nuestra vida y la huella que hayamos dejado a los que vienen detrás.
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