Quisieron sus compañeros, su familia, los medios de comunicación con los que durante tantos años bregó desde sus tareas de portavoz, y la Peña Tendido 1, rendirle un homenaje al onubense de nacimiento, ubetense de corazón y jienense de adopción. Ahora, a sus 64 años, recuerda el hostal Suizo en la calle Bernardo López, frente a La Española, donde vivió tres años hasta que María del Carmen Garvín, su esposa, le puso mesa y mantel en su corazón. De firmes convicciones sigue prefiriendo callejear a pasear por el casco antiguo de Jaén, por los mismos rincones que anduvo un joven Curro llegado de Madrid, su primer destino como Policía de la antigua escala superior.
“Recuerdo que cuando nos fuimos a vivir a la Avenida de Madrid me decía mi familia que estábamos en mitad del campo”. Y no sabe si era peor antes o ahora. El profundo agradecimiento que profesa a Jaén le impide comparar su casco antiguo con el de Úbeda, donde también tiene casa, que se ve que a ‘Curro Sabina’ Dios lo quiso más que bien, tanto, al menos, como los 160 amigos que le homenajearon y acompañaron en su despedida, en su segunda retirada de los ruedos. “No voy a los toros porque hoy los toros bravos han sido sustituidos por los toros nobles y esa no es la fiesta que a mí me gusta. Me aburre y yo a donde me aburro no voy”, comenta el que durante años presidiera el coso de La Alameda.
Con sus amigos por montera, su familia como afición y las reuniones del mediodía con sus amigos, al calor de una vieja taberna, una cerveza y una tapa generosa, olvidará el desdén con que le trataron sus compañeros del sindicato STP, del que fue uno de sus primeros integrantes fundadores hasta ayer, que solicitó su baja. Sin embargo, recordará emocionado, como un Bradomín sentimental su último día; los abrazos más y menos sentidos y sobre todo, dos sonetos, veintiocho versos de su hermano y de su yerno que ya forman parte de la historia, de su historia. Salud.