Estamos hundidos en la pandemia y la fatiga ciudadana empieza a notarse. La depresión y el estrés se asoman a muchas vidas y las expectativas de un nuevo confinamiento provocan vértigo. Los miles de contagios y los centenares de muertos diarios no han modificado la posición trumpista y negacionista de Vox pero tampoco el discurso nacional de los populares, cuya caída del caballo de la moción de censura ha durado un plis plas. El partido vocacionado a sustituir a la actual coalición de gobierno tiene un discurso en las Cortes y otro en las comunidades autónomas donde gobierna. Está en una posición escandalosamente esquizofrénica, incomprensible en un partido de Estado. Las excusas dadas han sido de mal pagador: “Es que son seis meses de alarma”, “Es que no hay suficiente control parlamentario”, “Es que ha habido poco diálogo”…Los presidentes regionales -todos- están afrontando esta segunda ola - aún con las múltiples carencias que perciben los ciudadanos - fuertemente comprometidos con la adopción de medidas duras e impopulares sin pestañear, excepción hecha de la rebelde sin causa presidenta madrileña.
La verdad en la esfera nacional popular es, sin embargo, muy otra. La pandemia sigue siendo una ocasión de deterioro gubernamental y el PP no puede evitar no utilizarlo para conseguir el desgaste que la ocasión ofrece en bandeja. No se vislumbra en el horizonte que ofrecen las encuestas un próximo triunfo del PP, con los aliados que fuere, y quizá por ello reacciona con las tripas. Esa visceralidad le arrastra a no conceder tregua al ejecutivo. El discurso de Casado en la moción de censura -que fue atendido y ponderado por muchos observadores de la política española tanto aquí como fuera- pasa a la categoría de vulgar desahogo por los ataques sufridos desde Vox. El viaje al centro se reemprenderá en otra ocasión táctica más oportuna.
La reacción ciudadana es de hartazgo infinito con la pandemia pero también con la falta de acuerdo político. Cada desavenencia, cada descalificación cruzada, cada regate buscando ventaja en un asunto de esta trascendencia, cuesta vidas humanas. Cuando se discuten eres y ertes y aumenta el paro, cuando se avecina un invierno muy duro socialmente el personal agradecería más sensibilidad. En medio, ha causado sensación el rebote del 16,7 en el PIB. ¿Hay alguna posibilidad de que siga esta racha?