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Viernes 26/04/2024  

No te escapes, que no te pillo

La gente tiene muy poca vergüenza, qué les voy a contar y la cara más dura que la piedra, por eso en Arcos los de la asociación de discapacitados Disarcos andan a la greña...

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La gente tiene muy poca vergüenza, qué les voy a contar y la cara más dura que la piedra, por eso en Arcos los de la asociación de discapacitados Disarcos andan a la greña- y con toda la razón del mundo- con todos aquellos que ‘armados’ con una tarjetita de discapacidad que les permite aparcar su vehículo, en una zona específicamente habilitada para ello, lo hacen por “préstamo” de un familiar o amigo y no por sufrir la discapacidad que le impide el uso normal de su actividad y la incorporación a la vida rutinaria, proveyéndolo de fácil aparcamiento y mejor acceso a los sitios, que el resto de los mortales.

Y es que saben qué, que estoy más que harta de conducir y encontrar coches aparcados en segunda fila y gente que para donde le da la gana y te hace señas con la manita izquierda, para que pases, mientras baila los pajaritos de María Jesús o se atusa el bigote. Y no se crean que me extraña , que no, porque vamos cuesta arriba y de culo, como los cangrejos alpinistas, porque cada día hay menos educación y más poca vergüenza , más despotismo, más bajeza y más importarnos todo un pimiento.

Cada día echo más de menos a mi perro y busco sus cualidades- sin verlas- en algún ser humano y sí que es verdad que creo- como hay otros que lo hacen en Dios , en las loterías, en los mensajes de internet, que hay que hacer circular, y en que en la peluquería hacen milagros-en que existe la buena gente y los amigos verdaderos y que las amigas no te critican, a poco que les des la espalda, sí que es verdad que cada día se hace más difícil encontrar gente así, y no me extraña que la generación esa de rebeldes idealistas, que iban con las greñas , pero después se metían en follones de causas perdidas , y recaudaban millones, de escritores que estaban en su despacho escribiendo, y no haciendo faranduleo, de gente que ayudaba a los demás, sin importarles el credo o la religión que se dispensaban, no es que estén en peligro de extinción, sino que su recuerdo pertenece a los anales del tiempo perdido.

Hace ya mucho que nos quedamos ciegos como Homero, pero sin su fantástica percepción para enhebrar historias que sacar los colores del alma al hombre dormido, al preso en ambiciones y hartazgos.

Hace mucho que convivimos con nuestra propia necedad y nos satisfacemos de ella, no me extraña nada que Javier Marías se lamente que en la Real academia intenten devolverles el esplendor a las palabras olvidadas y nadie tenga indicios de ello.

En el país más grande y poderosos del mundo , las rubias oxigenadas presumen de llegar a la universidad sin saber casi leer y los deportistas lo hacen a base de partidos ganados, las mujeres en África acarrean la muerte y la vida a manos iguales con la balanza de la justicia y aquí estamos sordos, mudos y ciegos a todo lo que no sea ,comprar, consumir y quejarnos, no importa exactamente de qué.

Llegarán las navidades, estoy segura, porque ya huelo el tufo a despilfarro, a cuentas en rojo, a comilonas festivas y borracheras sin causa aparente, las campañas de tráfico dirán y redirán, pero los jóvenes seguirán apareciendo en las cunetas muertos, como años atrás lo hicieron sus abuelos, enterrados a pala y aún -allí- presos.

La vida es una locura, por eso quizás echo tanto de menos a mi perro, al que con solo una mirada, ya le leía el pensamiento.

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