El Estado de Alarma era en marzo pasado para quince días. De ahí pasamos hasta cinco prórrogas más. Ya ha pasado un año y estamos totalmente resignados. Ya no hay ni miedo y las ganas languidecen. Estamos en una media de 200 muertos diarios y ya ni nos inmutamos. En marzo del pasado año, con 100 muertos, nos temblaban las piernas y costaba mucho dormir por las noches.
Ahora, que no nos dejen salir en
Semana Santa tampoco nos importa aunque se sigue pudiendo ir a Sierra Nevada(Alguien nos debería explicar esto). Nos hemos acostumbrado a llegar pronto a casa, a tener un grupo burbuja, a que estemos siempre en terrazas aunque truene, a que nada de ir a casa de un amigo del colegio, a los abuelos ya les veremos cuando les vacunen. A no poder hacer nada por el primer aniversario de la muerte de la abuela, pero ya lo haremos.
Y ya nos querremos mucho, nos veremos mucho, saldremos mucho, ligaremos mucho. Viajaremos. Y un año larguísimo que iban a ser 15 días y casi 100.000 muertos que iban a ser dos o tres casos. Y unos
ERTE que eran hasta septiembre y ya estamos en marzo. Y ahora es mejor salvar el verano, el del 2021. Y se cumple un año de cuando empezamos a recibir las notificaciones de los periódicos con los centenares de muertos diarios y ya ni las abrimos.
Que íbamos a salir mejores y salimos de esta sin abuelos, sin padres, sin hermanos, sin hijos. Salimos más pobres, más viejos, con más manifestaciones negacionistas y menos feministas. Salimos con los psicólogos sin horas disponibles, con los muertos sin duelo. Salimos hechos un asco y esperando la cuarta oleada. Y con todo esto y esperando las vacunas como única salvación, yo me pregunto: ¿Cómo salieron los millones de chinos de todo esto si todavía no teníamos las vacunas ni ellos ni nosotros??.