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Sábado 20/04/2024  

Una feminista en la cocina

53 puñaladas

Como los toros en la plaza cuando se acerca el verdugo, hemos cerrado los ojos y nos hemos hecho los suecos porque nos afecta.

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No nos hemos dado cuenta, pero hemos mutado. No ha sido el covid el causante, pero sí quien ha dado la puntilla. Como los toros en la plaza cuando se acerca el verdugo, hemos cerrado los ojos y nos hemos hecho los suecos porque nos afecta. La extinción de nuestra especie nos influye, pero meramente, más bien de pasada como jalón de mulas ufanas.                                       

Hemos olvidado los abrazos, los besos y hemos pasado al lustre de enseñar cachas y ver la personalidad en la turgencia de los senos. La inteligencia se valora por lo bien que diseñas tu estrategia en tiktok y el honor por cómo esquivas las demandas ficticias que te ponen tus seguidores. Todo se ha convertido en video juego, siendo las nuevas princesas de los cuentos de hadas influencers de tres al cuarto que lo mismo cocinan cuchifritos , que enseñan body o relatan – con todo lujo de detalles-cómo se acostaron con el famosillo de turno.                                                 

Los perros, gatos, ardillas, tejones …han pasado del universo Disney al del Pinterest o a los vulgares memes que no nos alegran la vida, pero enriquecen las arcas virtuales de alguien, porque en eso- definitivamente- consiste todo…en hacer dinero.                                                                                                                                                                                                                           

Ya no se sacan las sillas a la puerta de las casas a la fresquita porque tenemos el aire acondicionado enchufado al alma. Ya no se dan cita los menores para pegarse el lote, ni se besan en la oscuridad de la noche porque los preliminares se han convertido en estorbo y los cuerpos desnudos y abigarrados escogen sexo con ganas o sexo a escote.                                                           

Los botellones son columna vertebral de nuestra sociedad y la Libertad se ha sacado a la calle en día de Carnavales, puesto un disfraz y violado, manipulado y extorsionado para que no diga nada y siga llevando su nombre aunque ahora sea más propio el de libertinaje, tan caduco y elitista como Casanova o Sade.       

Bill Gates.

Una madre primeriza y utópica ha regalado 53 puñaladas a su recién nacido porque los besos o el amor han pasado a la Historia lejana. A esa que se enseña en los institutos sin que nadie escuche o entienda, que para colmo de males es lo mismo. Son bola de chicle pegajosa y salivada, estos jóvenes que nos sucederán en el mañana. Esos que se suponen que pagarán nuestras pensiones y nos mirarán como a dinosaurios de cartón en Parque Jurásico.                                                                                                                                                                                             

Bill Gates ha caído en desgracia porque nos ha desmenuzado la pantomima del millonario bondadoso y enamorado de su familia, pero no pasa nada porque aún se recoge con su dinero y eso nos asiste más que la bendición o la redención de los pecados. Tenemos 53 puñaladas en el cuerpo, todas retorcidas y esquivadas. Son recuerdo de la Humanidad que perdimos, de cuántos besos tenemos olvidados.

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