Hadha Clain, nombre artístico de la alcalaína Fátima Ruíz, lleva muchos años apostando por la novela romántica y erótica, sumando varios títulos de éxito en el mercado. Su última obra, "Tres días desnuda", rompe moldes y se erige como una novela atrevida, que marca un punto de inflexión en su carrera hasta el momento. Entrevistamos la autora días después de la presentación llevada a cabo en el Convento de Capuchinos, en Alcalá.
Acabas de presentar “Tres días desnuda”, una novela en la más pura línea de la novela erótica que ha hecho furor en los últimos años. ¿El boom de la novela erótica sigue vigente? En realidad, el furor actual de la literatura romántica no se encuentra de la pureza de un género sino en la mezcla de diferentes apuestas. “Tres días desnuda” está catalogada por Grupo Editorial Planeta como una comedia romántico erótica. Algunas lectoras la han catalogado como una novela feminista, otros como un ejemplo de autoconocimiento. Para mí es un reto psicológico para enfrentarnos a nosotros mismos. La literatura romántica es un género resiliente que ha estado presente en el panorama editorial desde siempre, y que ha ganado visibilidad durante los últimos años. Desde mi experiencia en el sector defiendo la opinión de que el "boom" de la romántica ha dejado paso a la mezcla de géneros. El thriller ganó muchos seguidores y sumó grandes autores estos últimos años. Aunque apuesto por un regreso de la fantasía y ficciones distópicas.
¿Por qué crees que es así? ¿Por qué se lee ahora más novela erótica que, por ejemplo, hace veinte años? ¿Qué ha cambiado? En las últimas charlas en las que he participado los lectores han dejado claro que la erótica ha estado siempre, y se ha leído siempre. Las edades de Lulú, de la lamentablemente fallecida Almudena Grandes, sorprendió a muchos ya en 1989. La mayoría de nosotros somos incapaces de sumar el insólito número de ediciones que se han publicado a lo largo de 32 años. En aquellos momentos, la autora reflejaba el tira y afloja de la sociedad de los años 80. El escritor que decide escribir erótica lo hizo sin pudor hace tres décadas y lo hace ahora también. Es el lector el que ha cambiado. A las lectoras no les importa reconocer que leen novela romántica y erótica, al contrario, se comparte y es más visual. Es el lector masculino el que se encuentra ahora en pleno destape, y el escritor del mismo género el que hace magia con el erotismo de forma más puntual que habitual. Quiero diferenciar también que erótica y novela romántico erótica son géneros literarios diferentes. El primero tiene como el eje el sexo, el segundo la relación romántica donde la sexualidad es explícita (sin necesidad de ser soez).
¿Tres días desnuda es, quizá, tu apuesta más atrevida hasta el momento? Sin lugar a dudas. Es un reto mental que pone en tela de juicio mucho de lo aprendido. Cuando hablamos de emociones la mayoría de ellas son negativas, sin embargo, el cuerpo está diseñado para sentir y ligar nuestros recuerdos a las emociones. El placer y el amor a uno mismo se convierten en los pilares de esta novela de ficción.
El mercado literario está cambiando a ritmo vertiginoso y estás, por ejemplo, muy presente en las plataformas digitales, donde llevas años presente. A nivel de ventas, ¿es un mundo más o menos difícil que el del libro tradicional? “Tres días desnuda” vio la luz en formato digital. Un año después me planteé su impresión. El mercado cambia, y el panorama editorial lo hace también a marchas forzadas. Esta situación la desgranamos con amplitud en el último evento literario que la asociación literaria “Entre Letras” convocó el Jaén, el pasado 7 de mayo. Nuevas plataformas que cobran fuerza frente al gigante Amazon, por ejemplo, Nextory. Un nuevo mercado, el audiolibro. Y una variedad de ofertas de publicación frente a la edición tradicional; la que cobra mayor fuerza, la autopublicación. El sector amplía su oferta con profesionales freelance: correctores, maquetadores, ilustradores, impresores… En conclusión, el sector digital cobra fuerza, pero el concepto de marca y la profesionalización de sector empuja al escritor a visualizar sus creaciones como un producto exclusivo. Se venden muchos ebook, pero cada vez se compran más novelas directamente al autor. Actualmente sigue habiendo un abismo que deberemos salvar para que convivan la autopublicación y la librería tradicional en beneficio de los lectores.
Una creencia extendida es que este tipo de literatura se dirige hacia un público eminentemente femenino, y de cierto tramo de edad. Pero, ¿hasta qué punto es así? Como lectora creo que esta creencia tiene una base sólida, pero como toda teoría puede desbaratarse si su base tiembla. Como decía, el mercado se especializa y el escritor lo hace también. He participado en el mundo editorial desde diferentes puntos de vista y puedo afirmar que, cada vez más, el lector decide qué leer y qué no. Y si hay algo que el lector detesta es que le digan lo que no puede leer. Yo leo de todo, y ese todo incluye la romántica. Es fácil para mí identificarme con los conflictos que se presentan en una novela de romántica. También fue sencillo encontrarme en el personaje de Antonia, la protagonista de Reina Roja de Gómez-Jurado. Y me sentí un poco protectora como Jon, su personaje masculino. Tampoco puedo negar que mi opinión puede estar sesgada, a mi me leen muchas más mujeres que hombres, aunque tenga mis lectores fieles. En mis citas con los lectores predomina la feminidad, me gusta sentir que somos tribu. “Tres días desnuda” es un descubrimiento en la sexualidad femenina de la protagonista apoyada por una masculinidad entendida desde la salud y el equilibrio. Si yo fuera hombre no me gustaría que me dijeran que no puedo leer romántica porque está escrita para mujeres. Si yo puedo leer thriller, novela gótica o terror… ¿por qué un hombre no debería encontrar agrado al leer romántica? Lo importante es que esté bien escrita, encontrar una estructura sólida y coherencia en los personajes… para el buen lector lo demás es solo cuestión de catálogo.
¿Vivir de escribir sigue siendo una utopía? Para la mayoría sí. Pero cada vez es menos imposible. He tenido la oportunidad de conocer a escritores que viven de la autopublicación manteniendo el control íntegro de sus obras y ofreciendo un producto de mayor calidad que el ofertado por algunas editoriales. El éxito es personal e intransferible. En el sector de la edición tradicional sigues dependiendo del dedo que te de “el sí”. Y de que ese sí venga acompañado de un altavoz y no de la opción mute. En la vida, ante cualquier decisión asumes riesgos, en la literatura también. Me gusta ver que, cada vez más, el escritor mantiene el control de su obra; que es arte, aunque no se cuelgue en la pared.
¿Tu siguiente apuesta literaria…? La biografía de un vecino de nuestra localidad a la que solo he añadido un “toque” porque la historia ya vale millones por sí misma. Además, de la mano de una editorial local emergente. Una historia de “veranos” inolvidables. Y, probablemente, me lance a publicar algo para que mis hijos puedan alardear de él. Tengo una carpeta en el PC llamada Proyectos y que tiene dentro doce archivos distintos. Ojalá el verano me deje tiempo para seguir creando.