Para los grupos de afectados, la misiva “se queda corta a la hora de tratar las preocupaciones de las víctimas” y el Papa se olvida de la responsabilidad del Vaticano en los abusos sexuales de menores al dirigir principalmente sus críticas hacia los curas irlandeses de bajo rango.
Según Maeve Lewis, directora ejecutiva de One in Four (Uno de cada Cuatro), la carta tampoco pide la dimisión del primado de la Iglesia Católica irlandesa, el cardenal Séan Brady, tal y como vienen reclamando todas las víctimas durante la última semana.
El purpurado se ha visto obligado esta semana a pedir perdón por haber ocultado el caso de abusos de menores cometidos por un sacerdote pederasta en la década de los años 70.
Brady, que siendo sacerdote en 1975 estuvo presente en dos reuniones en las que se pidió a dos niños víctimas de los abusos del cura Brendan Smyth que hicieran un voto de silencio, también dio a entender que reflexionará sobre su futuro, aunque ha descartado la dimisión.
El cardenal agradeció ayer “profundamente” al Papa su Carta pastoral a los irlandeses por “su enorme preocupación y amabilidad”.
“Resulta evidente por la carta –añadió– que el papa Benedicto XVI está profundamente consternado por lo que él describe como ‘actos criminales y pecaminosos’ y por la manera en que las autoridades de la Iglesia en Irlanda los han abordado”.
También el arzobispo de Dublín, Diarmuid Martin –uno de los religiosos más aperturistas y críticos con la actuación de la Iglesia–, consideró ayer que la misiva papal constituye “un paso más en el proceso de regeneración y curación”.
“Celebro las palabras de disculpa del Papa y su reconocimiento del sufrimiento y sentimiento de traición experimentado por los supervivientes. El Papa reconoce los fracasos de las autoridades de la Iglesia a la hora de abordar estos actos criminales y pecaminosos”, añadió Martin.
Palabras que no fueron suficientes para otra víctima, Andrew Madden, la primera persona que llevó a la Iglesia ante los tribunales irlandeses en 1995, quien afirmó hoy en un comunicado que la epístola “no aborda este asunto con total seriedad”.
“El contexto es, por supuesto, inapropiado, ya que –explicó Madden–, por definición, una carta pastoral está dirigida sólo a los católicos practicantes y, por tanto, hace caso omiso de mucha otra gente que se ha visto afectada por esta cuestión”.
“Como habíamos previsto, la Carta tampoco aborda ninguno de los asuntos que hemos presentado yo mismo y otros grupos en nuestra carta abierta al Papa del pasado mes”, añadió.
Aquel texto pedía, además de la disculpa, una admisión de culpabilidad del Vaticano por sus propios fracasos e instaba al Papa a aceptar la dimisión de varios altos cargos irlandeses, incluida ahora la de Brady.
“Una carta pastoral –continuó Madden– no es la manera de responder a los informes de Ferns, Ryan y Murphy que abordaban violaciones, maltratos y abusos sexuales de niños a manos de curas y religiosos en este país y que fueron ocultados por las autoridades de la Iglesia”.
En 2008, la pequeña diócesis de Ferns, al sureste de Irlanda, acaparó la atención nacional e internacional cuando un informe reveló la existencia de más de cien casos de abusos sexuales cometidos entre 1962 y 2002 por sacerdotes, algunos de los cuales trabajan o trabajaron en algún momento en la de Dublín.
Tres clérigos resultaron especialmente malparados, Sean Fortune –responsable de 26 agresiones–, Donal Collins –director de escuela– y Martin Clancy, quien violó y dejó embarazada a una niña de 14 años.