La de Carlos Cano Cano ha sido una vida nada convencional. Alejado de su tierra natal, desde muy joven, todavía hoy su nombre es escasamente conocido en Alcalá, pese a haber desarrollado una amplia obra pictórica, y es que debe ser cierto aquello de que nadie es profeta en su tierra. A sus 75 años, rememora desde la ciudad boliviana de Santa Cruz, donde reside en la actualidad, aquellos orígenes. “Nací en Ribera Alta en 1948. Mi padre era comerciante y desde mi niñez quería ser mecánico y por esa razón a mis 16 años me marche a Barcelona. Después de realizar mi jornada estudiaba. Así me saqué el Graduado Escolar, Bachiller y COU. Luego pasé a la universidad y al no poder compatibilizar el horario de clases pase a un instituto de Formación Profesional donde me formé como técnico electrónico. Al mismo tiempo trabajaba. Comencé haciéndolo como aprendiz de matricería en un taller. A los 18 años pasé a Olivetti, donde estuve en talleres, montajes y terminé como responsable del Laboratorio de Control de Calidad de Material Electrónico. Ahí terminaría, de hecho, mi actividad profesional muchos años después, al cerrar la multinacional toda su producción en España, y en 2008 pasé a la prejubilación”.
Pero lo que verdaderamente nos ocupa es su afición y pasión por la pintura. “Mi inicio en el dibujo nace en la niñez. A mis nueve años dibujé un retrato de mi abuelo y recuerdo que mi abuela quedó emocionada. Más tarde, a los 19 años, realicé un curso de dibujo, pintura, dibujo publicitario y caricatura. Mi introducción en la pintura artística se produce a través de un compañero de trabajo en 1976, también pintor y secretario del grupo de Bellas Artes del Museo de Badalona”. Tal y como relata Francisco Madrigal Palacios en un artículo publicado en 2019 “su retorno a la pintura artística se hizo realidad al finalizar su actividad profesional, situación que le permitió cumplir su sueño, que siempre fue buscar la belleza y plasmarla en un lienzo para que pudiera ser admirada por todos”.
Como socio de la Sección de Bellas Artes del Museo de Badalona participó en exposiciones colectivas que organizaba anualmente dicho museo. Será tras un viaje en 2009 cuando se establece en la ciudad de Santa Cruz, en Bolivia, y es precisamente en el país sudamericano donde encuentra su mayor éxito, siendo admitido como socio de la Asociación Boliviana de Artistas Plásticos (ABAP). Llegarán así sus primeras exposiciones individuales en el Museo de Arte Contemporáneo de dicha ciudad, el Paraninfo Universitario, AECID o la Casa de España para el Desarrollo de Latinoamérica.
Pese a esta lejanía en lo geográfico, Carlos Cano no pierde de vista su pertenencia al lugar que le vio nacer. “Cuando sales de España te vuelves más consciente de tus orígenes y yo a pesar de deber a Cataluña mi vida profesional y tener allí mis hijos y una de mis hermanas, nunca deje de ser alcalaíno y siempre volvía de vacaciones a la Ribera o a Santa Ana, donde se mudaron mis padres. Ahora mi edad avanza y deseo pasar mis últimos días en Alcalá la Real, sólo lo impide la liquidación de una propiedad que tengo en Bolivia”, se sincera Carlos desde el país austral.