Para mí,“Carranza” es el nombre del estadio, del estadio del Cádiz. Este argumento lo hemos tenido muchos, pero YA NO VALE. Y no vale porque la documentación y el dolor que hay detrás de ese “Carranza” nos debe hacer cambiar.
Carranza incumple dos leyes en vigor e incumple y atenta contra la memoria y la dignidad de cientos de gaditanos asesinados aún presentes en el recuerdo de sus familias.
Desgraciadamente, durante muchos años no ha trascendido quién fue y qué hizo Ramón de Carranza, alcalde al que su hijo, también alcalde durante la dictadura, dedicó el estadio. Fue alcalde en dos dictaduras. Su segundo periodo fue durante el golpe de Estado de 1936, certificando con su firma asesinatos de cientos de gaditanos. Esto es incuestionable y la ilegalidad del nombre “Ramón de Carranza” está superada. El debate está actualmente en si “Carranza”, sin Ramón, es suficiente para despersonalizarlo, un debate que compete a toda la ciudadanía al ser un edificio municipal.
Por muy arraigado que esté “Carranza”, sigue siendo el mismo recinto, en el mismo lugar y con la misma actividad con la que durante 66 años (¡¡¡66 años!!!) se ha llamado “Ramón de Carranza” ¿De verdad alguien se cree que basta con quitar el nombre de pila para desvincularlo de la persona? “Carranza” no es un nombre caído del cielo o que haya tocado en una lotería, ni se llama así porque signifique “cada una de las puntas de hierro de la carlanca”, ni por ser un valle vizcaíno, ni por ser un apellido como otro cualquiera. Se llamaría “Carranza” como recorte de su nombre original durante 66 años, “Ramón de Carranza”. Sería así, se quiera reconocer o no; y se seguiría honrando, de una u otra manera, la memoria de aquella persona tan funesta.
Después de tres años sin “Carranza”, conociendo la extensa documentación sobre esta persona, que supera todos los límites imaginables de maldad y siendo testigos del tremendo dolor que todavía sufren cientos de familias gaditanas cuyos antepasados fueron asesinados tras la firma sentenciadora de “Don Ramón”, como gusta llamar algún concejal de nuestro “moderado” equipo de Gobierno del PP, resulta difícil seguir defendiendo este nombre. Un nombre que, para algunos, seguirá siendo solo el nombre del estadio, pero que lleva implícito mucho dolor.
Qué necesidad después de tres sin “Carranza”, donde, por cierto, se ha comprobado que no se ha perdido ni la identidad, ni la memoria colectiva cadista, ni nada. Y, si se ha perdido, no ha sido precisamente por el nombre del estadio. Como argumento para su defensa siempre quedará la superstición. Eso sí, al margen del no “Carranza” en el nombre oficial, que cada cual llame al estadio como le dé la gana. ¡Ese Cadi…!