Un mes después de la tragedia de la Comunidad Valenciana por la DANA, el gaditano José Antonio Aparicio, presidente del Instituto Español para la Reducción de los Desastres (IERD), tiene claro que “fallamos todos” ante una situación calamitosa. El Gobierno central, por no haber declarado el interés general para canalizar, por medio del Ministerio del Interior, cuantos recursos fueran necesarios para afrontar el fenómeno atmosférico extremo y sus consecuencias; el Gobierno autonómico, que retrasó el envío masivo de alarma a los teléfonos móviles; e incluso la Administración autonómica. En este punto, Aparicio remarca, en una entrevista en La Orilla, el programa que dirige y presenta Pedro Espinosa en 7TV Cádiz, que de los 542 municipios de la región, diez no cuentan con planes municipales de emergencias y, entre estos, Paiporta, una de las poblaciones más castigadas.
El gaditano, especialista en Protección Civil, reclama una implicación mayor de los ayuntamientos en este sentido y, en referencia a la provincia, advierte, como ejemplo, que las localidades costeras tampoco cuentan con los protocolos adecuados la amenaza de un tsunami, salvo Chipiona, que ni siquiera ha podido llevar a cabo todavía un simulacro previsto y suspendido a principios de noviembre, pero que, al menos, sí ha colocado ya la señalización para marcar las vías de evacuación.
Aparicio considera que es preciso contar con estos elementos en los municipios donde exista riesgo, como la capital, donde el oleaje provocado por un terremoto en el Golfo llegaría en torno a unos 78 minutos, así como sirenas para advertir a la población. También dotar a la ciudadanía de información para la autoprotección. En caso de tsunami, basta, dice, subir a una segunda planta, y aguardar a que el mar vuelva “a su sitio”, unas dos horas y media después. La clave, dice, es salvar la vida y confiar en planes de seguridad en centros educativos, de trabajo y centros comerciales para evitar el reagrupamiento familiar en plena catástrofe. La colaboración entre administración, concluye, es fundamental para evitar víctimas mortales.