Es el día en que la clase trabajadora mundial recuerda con orgullo su historia de lucha, conquista, dignidad y resistencia. Y en una tierra como la nuestra, donde el paro estructural, la precariedad y la falta de oportunidades se han cronificado durante décadas, esta jornada cobra un sentido aún más profundo y urgente. Es una fecha nacida del sacrificio de trabajadoras y trabajadores que se enfrentaron a condiciones laborales inhumanas y pagaron con sus vidas la conquista de derechos que hoy consideramos básicos: la jornada de ocho horas, el descanso semanal, el derecho a organizarse, a huelga, a un salario justo. Es un ejercicio de memoria y gratitud hacia quienes nos precedieron. Personas valientes que no se resignaron y que, con su esfuerzo colectivo, lograron que hoy tengamos un marco de derechos laborales que nos protege. No permitamos que ese legado se diluya entre el conformismo o la indiferencia.
El Día Internacional del Trabajo sigue siendo hoy un espacio de reivindicación imprescindible. Hemos avanzado, pero queda aún mucho por hacer. La precariedad laboral, el desempleo, la brecha salarial entre hombres y mujeres, la explotación de migrantes, la falta de conciliación, los riesgos laborales o la amenaza constante de recortes en pensiones y servicios públicos y sanitarios siguen marcando la realidad de la ciudadanía. Nuestros jóvenes se ven obligados a emigrar, mujeres con enormes dificultades para acceder a un trabajo digno, personas mayores encadenando contratos temporales, sectores estratégicos como el naval están expuestos a la inestabilidad, y con una alarmante economía sumergida que precariza aún más la vida de quienes sobreviven como pueden. Esta realidad no es inevitable, aunque tampoco sea nueva.
En un mundo globalizado donde las decisiones económicas y laborales se toman muchas veces de espaldas a la ciudadanía, salir a la calle el 1º de mayo es imprescindible. Es un acto de reafirmación colectiva. Es decir "aquí estamos" frente a quienes pretenden debilitarnos como clase trabajadora, dividirnos o desmovilizarnos. Es decir “basta ya” al abandono institucional, a los recortes, al desmantelamiento progresivo de sectores fundamentales, al olvido de una juventud sin expectativas, a una clase trabajadora que sigue sosteniendo la economía mientras sus derechos se ven erosionados constantemente. Es exigir políticas que apuesten por el empleo digno, por la igualdad de oportunidades para todos los barrios y municipios de nuestra provincia.
Las manifestaciones del 1º de mayo son una herramienta de participación democrática. Se trata de construir comunidad, de reconocernos en los rostros de otras personas que comparten nuestras inquietudes, nuestras luchas, nuestras esperanzas. Sólo desde la unidad podremos afrontar las múltiples desigualdades e injusticias que nos atraviesan.
Cádiz ha demostrado que la lucha obrera la identifica, así el 1º de mayo es un día para alzar la voz, para marchar, para exigir, para trabajar por un mundo más justo. Que nadie lo convierta en un festivo vacío. Llenémoslo de contenido, de conciencia social, de dignidad colectiva y de futuro para nuestra juventud, porque los derechos no se heredan: se conquistan y se defienden.
Por Marga Forné, miembro de la Coordinadora Local de IU Cádiz ciudad