Triunfo sincero y auténtico de José Tomás, pero sin la rotundidad esperada

Publicado: 03/08/2011
Cortó una oreja en el primero y salió ovacionado en el segundo
FICHA DEL FESTEJO.- Toros de "El Pilar", terciados y cómodos de pitones, la mayoría en el límite de las fuerzas, y de juego desigual. Los más manejables, los tres primeros.

Emilio Silvera: pinchazo y casi media (ovación tras aviso); y media (ovación).

José Tomás: estocada (oreja con petición de la segunda); y pinchazo hondo y descabello (aviso y gran ovación tras petición insuficiente).

Daniel Luque: estocada trasera y larga agonía del toro (oreja); y metisaca y casi entera (palmas en la despedida).

En cuadrillas, Raúl Corralejo se desmonteró en el primero, bregó bien José María Soler en el segundo, y la sorpresa de un par al cambio del "tercero" Manolo Roca en el cuarto, muy celebrado hasta el punto de saludar también montera en mano.

La plaza tuvo lleno de "no hay billetes" aunque diez minutos antes de comenzar el festejo la reventa ofrecía billetes a su precio, en tarde espléndida.

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HAY JOSÉ TOMÁS PARA RATO


Triunfo menor de José Tomás, pues cortó sólo una oreja. Pero triunfo muy sincero y auténtico. No salió a hombros, cosa que en sus circunstancias, por el extraordinario ambiente que genera, podría considerarse un demérito.

Pero lo más importante es que no defraudó a nadie. En función de los toros que tuvo delante, de lo que ambos "se dejaron" y de lo que él fue capaz de sonsacarles, su actuación resultó más que digna.

Valeroso por los planteamientos, siempre muy cerca y muy quieto en la ejecución de todas las suertes; resuelto y muy capaz desde el punto de vista técnico, como lo prueba el hecho de doblegar al brusco quinto, por el que nadie apostaba y al que terminó pegándole pases como si tal; y también muy importante, regusto y sentimiento en la interpretación.

El José Tomás que se ha visto en Huelva tiene cuerda para rato. A pesar de lo que se va cabilando sobre él. Unos le ven demacrado, demudado, con la tez muy blanca, incluso le cuentan las canas de una cabellera todavía muy poblada pero cada vez más cárdena.

Pero la falta más preocupante es la que señala a su pierna izquierda, donde sufrió la gravísima cornada del mes de abril del año pasado. Hay quien señala que la taleguilla le hace muchas arrugas en ese miembro, señal de que ha perdido musculatura.

Lo cierto y verdad es que José Tomás, tal y como planteó y resolvió la tarde de hoy, está al cien por cien, o incluso más.

La suavidad con la que manejó el capote en el saludo a su primero. Las salerosas chicuelinas poniéndose muy de frente, los airosos remates, la forma de citar y finalmente de irse de la cara del toro.

El temple, asignatura pendiente en otro tiempo, también lo ha perfeccionado. Y el valor, que en su caso habría que escribirlo con mayúsculas, pues eso, intacto, incluso acrecentado.

Esa primera faena, a un toro facilón, todo hay que decirlo, tuvo mucho encanto, por la apostura, el encaje de su figura, la delicadeza en "los toques". Labor sustanciosa y emotiva. Pero quizás la muchedumbre que se mueve por el impacto de lo que su nombre arrastra todavía esperaba más.

Esa pudo ser la razón por la que faltaron pañuelos en la petición de la segunda oreja. A cualquier otro torero le hubieran abierto la Puerta Grande. Ese puede ser un handicap también para José Tomás.

Faena asimismo importante la del quinto, en la que de nuevo hubo ajuste y armonía con el capote. Dicho queda que el toro fue muy complicado por la muleta, y que Tomás terminó domeñándole hasta enjaretarle dos tandas finales a derechas de mucho primor. Pero aquí faltó contundencia al matar.

Cortó también oreja en el tercero Daniel Luque, al que se le vio muy motivado por la presencia de Tomás. Intentó hacer las cosas con quietud pero muy acelerado en el movimiento de brazos. La faena del premio resultó tan animosa como vulgar.

En el rebrincado y flojo sexto quiso otra vez mucho, pero con las ideas muy desordenadas.

Abría cartel el veterano Emilio Silvera en la temporada de sus bodas de plata, torero con personalidad, de corte clásico, conocedor del oficio y con exquisito poso.

En su primero pegó muletazos buenos y con cierta continuidad. Sin embargo, le faltó matar.

Y en el cuarto, de forma más aislada, firmó también pasajes muy notables.

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