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Bajo el cielo limpio del verano gaditano y con la brisa salina del puerto acariciando las primeras notas, Marc Anthony se apoderó del Muelle Reina Victoria en un concierto que no solo fue música: fue emoción, comunión y memoria colectiva.
A las 22:40, entre luces cálidas y gritos de expectación, el astro de la salsa pisó el escenario con su carisma intacto. Vestido de negro, con gafas oscuras y una sonrisa tímida, saludó con su clásico “¡Mi gente!”, antes de desatar el vendaval de ritmo con Pa’llá voy, su himno de energía vital. Desde ese instante, Cádiz bailó.
Un repertorio que abrazó generaciones
Con una orquesta impecable —más de quince músicos entregados a cada compás—, Anthony repasó un repertorio que no dio tregua a la emoción. Y hubo alguien, Valió la pena, Hasta ayer y Te conozco bien marcaron los puntos álgidos del primer bloque, donde el público, diverso y multigeneracional, coreaba cada estrofa como si le fuera la vida en ello.
Los momentos íntimos llegaron con Flor pálida y Abrázame muy fuerte, donde la voz del neoyorquino bajó el tempo y elevó la piel. Hubo un instante de recogimiento casi religioso cuando interpretó ¿Y cómo es él?, esa joya de José Luis Perales que Anthony hizo suya con una sensibilidad inesperada y ovación cerrada.