Punta Umbría
Chapero-Jackson da respuestas a los adolescentes en su primer largo, 'Verbo'
El director madrileño presenta su primer largometraje en el Festival de Cine Fantástico de Sitges fuera de concurso.
El director madrileño Eduardo Chapero-Jackson intenta dar respuestas a las numerosas preguntas e incertidumbres de los adolescentes en su primer largometraje, "Verbo", que este domingo presentó en el Festival de Cine Fantástico de Sitges fuera de concurso.
Chapero-Jackson explicó tras la proyección en la misma sala que ha hecho "Verbo" porque le apetecía "contar un cuento contemporáneo, ante el hecho de que hoy muchas de las historias, cuentos y fábulas que circulan son antiguos, de la infancia, que no funcionan con una edad complicada como la de la adolescencia".
Su interés era lanzar un mensaje que estableciera "un vínculo con el público de esa edad en la que te preguntas muchas cosas, y quería hacerlo de manera cinematográfica y cercana".
En esa estrategia ha recurrido al verso, a la importancia de la palabra, que es la base de la música hip-hop.
En el trasfondo de "Verso" están esos jóvenes que, como el propio director, nacen en "un urbanismo espantoso con pocos referentes que te ayuden a entender la vida".
El gran acierto de la película es encontrar paralelismos entre esos jóvenes perdidos y el personaje del Quijote: "Es una ironía que el personaje principal sea un poco un Quijote del extrarradio, y la joven protagonista es, como el personaje de Cervantes, una chica con unos ideales, que quiere cambiar el mundo, de la que todos se ríen y que se tiene que enfrentar al cinismo o a la vergüenza ajena".
Con la utilización de fragmentos del Quijote como si fueran las letras de un rap, Chapero-Jackson quiere transmitir una crítica velada a la educación actual, en la que "aprendes muchas cosas que no entiendes por qué, y luego se extrañan de que en España haya un fracaso escolar de un 30% que se achaca erróneamente a la generación perdida, a la generación ni-ni".
El director eligió deliberadamente un entorno que no es un barrio marginal, al que tradicionalmente se asocia el mundo del hip-hop: "La protagonista no tiene grandes problemas, su padre no es alcohólico, nadie le pega, disfruta del estado del bienestar, pero sí sufre una acumulación de vacíos: el de la educación y el del urbanismo salvaje que te sitúa en un limbo".
En la fase de investigación previa a la escritura del guión, el propio Chapero-Jackson comprobó que "es impresionante la epidemia de adolescentes de clase media con problemas mentales y depresiones".
En el uso del lenguaje, exento prácticamente de insultos y gritos, "no quería caer en los estereotipos: parece que los adolescentes tengan que ser bacalaeros, hormonados y que sólo piensan en follar o en beber, y no todos son macarras, los hay con inquietudes más profundas".
Gran parte de la película se sostiene por la buena interpretación de Alba García, actriz novel que da vida en la cinta al personaje de Sara, una adolescente que sobrevive con la esperanza de encontrar a Lírico, un extraño héroe que le deja mensajes en forma de grafiti por la ciudad.
Justamente, en el momento del encuentro entre Sara y Lírico, la película se abre al cine de fantasía, ilustrada por un submundo en el que la protagonista deberá superar tres pruebas para poder regresar a la vida.
La selección de la intérprete de Sara fue bastante larga y el cásting para elegir a Alba García duró más de un mes: "Quería estar seguro de que era capaz de dar todos los registros y de interpretar los complicados textos", dijo Chapero-Jackson.
Aunque en el primer guión el protagonista era un chico, el director dejó abierta esta opción cuando completó el reparto y, finalmente, al aparecer Alba optó por reescribir el guión, "porque a esas edades las chicas están más preparadas para sentir emociones y articularlas".
Sin embargo, le dio cierto aspecto andrógino a la protagonista para que cualquier espectador se pudiera identificar con Sara.
Confiesa Chapero-Jackson que "esta es la película que habría querido ver cuando era adolescente, porque -dice- me habría ayudado".
El sentido quijotesco se encuentra también en la producción de la película, realizada con pocos medios, un presupuesto de dos millones de euros, pero con una "ambiciosa puesta en escena".
Chapero-Jackson explicó tras la proyección en la misma sala que ha hecho "Verbo" porque le apetecía "contar un cuento contemporáneo, ante el hecho de que hoy muchas de las historias, cuentos y fábulas que circulan son antiguos, de la infancia, que no funcionan con una edad complicada como la de la adolescencia".
Su interés era lanzar un mensaje que estableciera "un vínculo con el público de esa edad en la que te preguntas muchas cosas, y quería hacerlo de manera cinematográfica y cercana".
En esa estrategia ha recurrido al verso, a la importancia de la palabra, que es la base de la música hip-hop.
En el trasfondo de "Verso" están esos jóvenes que, como el propio director, nacen en "un urbanismo espantoso con pocos referentes que te ayuden a entender la vida".
El gran acierto de la película es encontrar paralelismos entre esos jóvenes perdidos y el personaje del Quijote: "Es una ironía que el personaje principal sea un poco un Quijote del extrarradio, y la joven protagonista es, como el personaje de Cervantes, una chica con unos ideales, que quiere cambiar el mundo, de la que todos se ríen y que se tiene que enfrentar al cinismo o a la vergüenza ajena".
Con la utilización de fragmentos del Quijote como si fueran las letras de un rap, Chapero-Jackson quiere transmitir una crítica velada a la educación actual, en la que "aprendes muchas cosas que no entiendes por qué, y luego se extrañan de que en España haya un fracaso escolar de un 30% que se achaca erróneamente a la generación perdida, a la generación ni-ni".
El director eligió deliberadamente un entorno que no es un barrio marginal, al que tradicionalmente se asocia el mundo del hip-hop: "La protagonista no tiene grandes problemas, su padre no es alcohólico, nadie le pega, disfruta del estado del bienestar, pero sí sufre una acumulación de vacíos: el de la educación y el del urbanismo salvaje que te sitúa en un limbo".
En la fase de investigación previa a la escritura del guión, el propio Chapero-Jackson comprobó que "es impresionante la epidemia de adolescentes de clase media con problemas mentales y depresiones".
En el uso del lenguaje, exento prácticamente de insultos y gritos, "no quería caer en los estereotipos: parece que los adolescentes tengan que ser bacalaeros, hormonados y que sólo piensan en follar o en beber, y no todos son macarras, los hay con inquietudes más profundas".
Gran parte de la película se sostiene por la buena interpretación de Alba García, actriz novel que da vida en la cinta al personaje de Sara, una adolescente que sobrevive con la esperanza de encontrar a Lírico, un extraño héroe que le deja mensajes en forma de grafiti por la ciudad.
Justamente, en el momento del encuentro entre Sara y Lírico, la película se abre al cine de fantasía, ilustrada por un submundo en el que la protagonista deberá superar tres pruebas para poder regresar a la vida.
La selección de la intérprete de Sara fue bastante larga y el cásting para elegir a Alba García duró más de un mes: "Quería estar seguro de que era capaz de dar todos los registros y de interpretar los complicados textos", dijo Chapero-Jackson.
Aunque en el primer guión el protagonista era un chico, el director dejó abierta esta opción cuando completó el reparto y, finalmente, al aparecer Alba optó por reescribir el guión, "porque a esas edades las chicas están más preparadas para sentir emociones y articularlas".
Sin embargo, le dio cierto aspecto andrógino a la protagonista para que cualquier espectador se pudiera identificar con Sara.
Confiesa Chapero-Jackson que "esta es la película que habría querido ver cuando era adolescente, porque -dice- me habría ayudado".
El sentido quijotesco se encuentra también en la producción de la película, realizada con pocos medios, un presupuesto de dos millones de euros, pero con una "ambiciosa puesta en escena".
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