Las calzadas nos revelan la incorporación de los vascones al tráfico del mundo romano. Cinco de los treinta y cuatro caminos del itinerario de Antonino pasaban por territorio vascón, siendo el más importante el que unía Artúrica (Astorga) con Burdigalia (Burdeos) pasando por Velegia y Pompaelo. La zona comprendida entre esta ruta y la que pasaba por Calagurris, debió de tener numerosos asentamientos menores, fundos y villas, según la cantidad de vestigios aparecidos en la zona.
En cuanto a los asentamientos se puede destacar el que se encuentra cerca de Iruña. Se están efectuando excavaciones en la antigua población romana de Veleia. En Forúa existen restos de un poblado romano que disponía de un puerto fluvial. La misma Pamplona fue fundada por Pompeyo que le dio su nombre Pompaelo. También se pueden destacar los asentamientos de la actual Fuenterrabia o las minas romanas de Oiartzun. Excepcional e importante por sus características constituye el descubrimiento de la civitas , una urbe en Oiasso (Irún) con un puerto que era el más importante del mundo romano después del de Londres, además de una necrópolis y unas minas de plata en sus inmediaciones. En las excavaciones de este extenso asentamiento de más de 14 hectáreas se han encontrado más de 14.000 piezas, un material romano que es mayor que todo el encontrado en todas las excavaciones de esta época de la provincia de Guipúzcoa.
Los vascones antes de alistarse a las legiones romanas ya lo habían hecho como tropas auxiliares en los ejércitos de Aníbal y Asdrúbal. En cuanto a su colaboración con algunos generales y cónsules de Roma, habría que destacar su participación en las guerras sertorianas o en las de Pompeyo, el cual hemos visto que fue el fundador de Pamplona. También cohortes vasconas destacan su participación en las campañas de Trajano de Britania y Tingitania. Augusto formó su guardia personal con vascos caligurritanos.
El origen del euskera también resulta un elemento controvertido porque los nacionalistas se empeñan en la hipótesis del origen caucásico cuando la misma va perdiendo terreno frente a los analistas que le atribuyen sus concomitancias con el berebere o el ibérico. La tesis de que el euskera no es más que un idioma superviviente de los muchos que hablaban los pueblos ibéricos, cada es más plausible, a pesar de que el Gobierno vasco intenta aparar esta línea de investigación, promocionando aquéllas que lo hacen derivar del núcleo indoeuropeo del Caucáso.
Después del repaso a la arqueología, los textos clásicos y la filología, el mito de un pueblo vasco nunca dominado y con una lengua propia de origen indoeuropeo va cayendo conforme avanza la ciencia en cada uno de esos campos.
Hasta pronto gadiritanos.