La Angelita Alta al fin tiene fecha para su puesta en funcionamiento. Seis años después de su finalización, el pabellón albergará a los deportistas portuenses y a los colectivos vecinales en él. La noticia, más allá de la eternización en su algo más de un lustro y de las mil y una trabas padecidas por uno y otro lado, ya de por sí es satisfactoria y destacable. Algo es algo.
El tercer pabellón de la ciudad debe ser una realidad para la próxima primavera. Los recursos deportivos en cuanto a instalaciones se refiere han sido escasos, tanto en su mantenimiento como en sus nuevas edificaciones.
A la vista están. Padecer la inanición en décadas y el crecimiento destacado tanto en nuevas entidades como en las disciplinas deportivas, han sumido a un estancamiento considerable. La oferta deportiva portuense no tiene nada que envidiar a otras poblaciones.
Con la apertura del nuevo pabellón, El Puerto comienza a despertar del letargo en el que ha estado sumido. La pérdida de instalaciones como el José del Cuvillo, judicializado e incomprendido por su cierre, ha sido la imagen perfecta del olvido y de la incapacidad e imposibilidad total.
El campo de El Poblado, igualmente, sirvió para que las demandas vecinales no encontraran a posteriori el uso necesario. La Ciudad Deportiva, nos consta, se habilitará sucesivamente.