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Condenado a un mes de prisión por echar agua hirviendo a un perro

D.A.B., gerente de un bar de Conil, ha sido condenado a un mes de prisión aunque no tendrá que cumplir la condena mientras no cometa otro delito en dos años

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  • Pola con las quemaduras -

El titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 5 de Chiclana de la Frontera, a través de un procedimiento de enjuciamiento rápido, a condenado, como delito penalmente responsable de maltrato animal, a la pena de un mes de prisión a D.A.B, gerente de un bar de Conil, por echar agua hirviendo a un perro el pasado mes de septiembre. Además, le condena durante cuatro meses a una inhabilitación especial a cualquier ejercicio de profesión, oficio o comercio que tenga relación con los animales. A parte le condena al pago de las costas del juicio.

La pena de un mes de prisión queda en suspenso durante un periodo de dos años con la condición de no delinquir durante ese periodo.

Por otro lado, también ha pagado el tratamiento médico del perro como resultado de las quemaduras sufridas.

Contra esta sentencia ordinaria no cabe recurso alguno, según indica el propio auto del magistrado.

Y es que la sentencia recoge que D.A.B, “con total desprecio hacia los animales, arrojó un recipiente de agua hirviendo al perro de raza cocker, propiedad de María Begoña Peinador, causándole unas quemaduras cuyo tratamiento ha costado a la propietaria 115 euros”. Cantidad que ha sido ya abonada por parte del acusado.

Cronología

El dueño de un establecimiento hostelero fue denunciado por, presuntamente, echarle agua hirviendo a un perro, ocasionándole quemaduras de segundo y tercer grado, según el parte veterinario que se adjunta a la denuncia interpuesta por la dueña del animal. Una acción que le fue recriminada por muchos de sus clientes y por supuesto, por la dueña de Pola, “un perro que adopté porque había sido víctima de maltrato animal”. Ocurrió a comienzos del presente mes de septiembre. En Conil de la Frontera.

Uno de los testigos, natural del País Vasco, y que figura en la denuncia interpuesta en la Guardia Civil, relata que “llevo siete años veraneando en Conil, y suelo hacer la misma ruta antes de llegar a la playa”. En uno de los establecimientos de esa ruta, una cervecería, “vi al perro de una amiga pero a ella no. La llamé para que lo recogiera. También había visto al dueño de la cervecería llenar un recipiente con agua hirviendo de la cafetera industrial, pero claro, pensé que era para poner una infusión en la terraza. Yo estaba dentro del local”.

La dueña del perro, Begoña, llegó inmediatamente al establecimiento buscando a su perra. No estaba. Al rato el animal apareció, “jadeante y con el pelo húmedo”, y fue cuando un grupo de chicas le preguntaron si era suyo. Cuando dijo que sí, le contaron que "el dueño de la bar le había echado una jarra con agua hirviendo encima".

Begoña se dirigió inmediatamente al dueño y le preguntó si aquella acusación era cierta. “Me dijo que no, que le había echado agua fría, y que esas chicas estaban locas y que llevaban toda la mañana fastidiándole”.

Pero “para mi sorpresa, comenzaron a aparecer clientes que habían estado en la terraza y se pusieron a insultar al dueño, incluso alguno intentó agredirle, llamándolo de todo, diciéndole que eso no se hacía, que era un monstruo, que era un maltratador y cosas peores”.

El dueño insistió en que era agua fría, pero “la perra había salido despavorida y gimiendo mucho.  Algunos vecinos la vieron por la Plaza de Guzmán gimiendo”. Además, “en la denuncia se aporta el informe veterinario que habla de quemaduras de segundo y tercer grado”.

Versión está que coincide con el testigo del País Vasco. “Al dueño le empezaron a insultar. Otros clientes se levantaron de sus mesas y se marcharon. Uno quería pegarle. Luego se le pidió la hoja de reclamaciones y en un principio se negó  a darla, aunque cuando se llamó a la Guardia Civil, el propietario se fue del establecimiento y volvió con el libro de reclamaciones”.

Este testigo reconoce que no “le vi echarle el agua hirviendo porque estaba dentro del bar, pero sí le vi llenar una jarra con agua hirviendo y salir a la terraza, pero claro, jamás se me pasó por la cabeza que su intención era echársela encima a un perro”.
Todos los testigos afirman que “hubo mucha tensión, se iba a liar gorda”.

Quienes sí le vieron presuntamente hacerlo, fueron tres chicas que al parecer, como recoge la denuncia, le habían dado algo de comer al perro. Ellas fueron quienes pusieron en conocimiento de la dueña del animal lo sucedido. “Ese hijo de p…  le ha tirado agua hirviendo a tu perro”, me dijeron.

Y aunque el denunciado insiste en que era agua fría, y eso a pesar de que tuvo que encararse con muchos de los clientes que en ese momento estaban en su terraza y aparecen como testigos en la denuncia, “llamé a la Guardia Civil porque supe que era cierto, porque Pola estaba jadeante y se veía que estaba sufriendo. Los agentes me dijeron que para interponer la denuncia necesitaba un parte veterinario, pero resulta que según me dijo la veterinaria, debido a la constitución de la piel, las heridas tardarían en verse. Así que al cabo de unos días, efectivamente, a Pola comenzó a caérsele el pelo y se hizo visible su enorme herida”.

Resultado, penicilina, antibióticos, curas con suero, debido a, como recoge el parte veterinario, “quemaduras de segundo y tercer grado”. Y con el parte en la mano, la propietaria del perro se fue “a poner la denuncia ante la Guardia Civil”.

“Quiero que le sancionen, pero sobre todo quiero que jamás vuelva a maltratar a un animal”, señala Begoña, la dueña de Pola, un perro de raza Cocker que aún sigue con el tratamiento aunque “está mucho mejor y ya le queda poco para curarse”.

Tal y como recoge la denuncia, “en el veterinario se ha gastado unos 115 euros, pero lo que persigue realmente la denunciante es que dicha persona deje de maltratar animales porque cuando el perro estaba con las chicas (testigos), una empleada les comentó que mucho estaba tardando su jefe en salir a darle una patada al perro o en arrojarle agua hirviendo”.

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