Te puede caer mejor o peor, pero Fran González no pasa indiferente. Y él lo sabe. Levanta odios y pasiones por igual cada vez que se ha movido por algún foro político. No lleva demasiado bien las críticas, pero quizá sea el político que haya tenido que tomar decisiones estratégicas más complicadas en el panorama local. Muchas noches sin dormir, muchos interrogantes que no encontraban respuesta y muchas cuchilladas por detrás mientras se enseñaban los ‘dientes dientes’ al estilo Pantoja.
A Fran González no se le puede negar que ha trabajado, que se ha rodeado de un grupo impresionante de personas, que se han desvivido por ofrecer lo mejor de ellas, pero quizá no haya sido su momento. Hay quien cree que su decisión de apoyar a Podemos en el pleno de investidura de 2015 lo hirió de muerte. Hay quien opina que su estrategia no ha sido la correcta durante estos cuatro años. Hay quien cree que ha habido manos negras que más que ayudarle le han llevado a su ‘muerte’ política.
A mí me da igual lo que piensen los demás. Sólo puedo dar mi opinión después de haber trabajado cerca de Fran durante esos ocho años -a excepción de unos meses. Es un tipo que es capaz de escuchar, que se remanga, que trata al de enfrente sin estigmatizarlo con unas siglas políticas, que reconoce dónde y cuándo hay trabajo, que es capaz de sentarse y tener enfrente a alguien que opina de manera distinta a él y entablar un debate.
Igual no soy nada imparcial, igual me dejo llevar por el corazón, igual debería de haberle guardado rencor, pero no puedo. Él, yo y algunos más sabemos por qué. Ahora toca respirar y recuperar la paz, Fran González. Mucha suerte.