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El día que Rafita besó el suelo del Gran Teatro Falla

Aunque no ha nacido en Cádiz, este joven onubense tiene tal afición al Carnaval de Cádiz que ama a la Tacita y a su fiesta como parte de su vida

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  • Rafita el día que besó el suelo del Gran Teatro Falla. -

Allá por el año 2010, los hermanos Márquez Mateo sacaron un pasodoble que rezaba lo siguiente: aunque no han nacido en Cádiz y hayan nacido en otras ciudades, sin saber la razón un día se engancharon a los carnavales.

Todo aficionado, foráneo o con sede en la Viña, conoce a algún amante de la fiesta gaditana que no ha nacido en Cádiz, pero que el carnaval le ha llevado a querer a esta tierra como propia.

Conocer la forma de sentir de la gente de fuera con respecto al carnaval puede resultar un enigma para los autóctonos, los que han vivido la fiesta desde pequeños y que justifican su pasión en la herencia de sus mayores. Hay aficiones competitivas, aficiones auténticas, hay aficiones que duran lo que dura el mes de febrero. Y, después, hay aficiones como la del protagonista de es este reportaje: sana, imperturbable e infinita.

Aquel pasodoble continuaba así: te miran a los ojos y dicen orgullosos: “¡soy carnavalero!”.  Ese es el resumen perfecto de la historia de Rafita. Nació en Huelva en el año 87, ¿adivináis en qué mes? Febrero. El 5 de febrero de 1987 nacía un auténtico carnavalero. Puede que una de las primeras cosas que te diga, si tienes la oportunidad de conocerlo, sea que es carnavalero. Cuando lo dice, el brillo de sus ojos es más intenso y se palpa la verdad en sus palabras, y es que en su calendario empieza el año nuevo en el mes de febrero.

 

Hace años que el carnaval le abrió las puertas de la Tacita. Rafita habla orgulloso de sus paseos por Cádiz, sobre todo en carnaval, cuando las agrupaciones se amontonan en las esquinas y en los tablaos y él, en primera fila, siente como su sangre se llena de carnaval. Pero no es el único carnaval del que disfruta, puesto que este aficionado se pasa el año entero asistiendo a actuaciones de carnaval. Su autor favorito, su nexo de unión con la fiesta, es Juan Carlos Aragón. Se sabe las letras de todas sus agrupaciones y las canta con el orgullo de haber podido disfrutar de él antes de convertirse en leyenda.

El COVID-19 ha trastocado la vida de todos, pero, cuando cuentas tu vida en carnavales, el cambio afecta aún más. Un año sin carnaval, un año en el que la página de febrero parece no haber tenido presencia en el calendario, un año huérfano de letras y de compás. Un año sin visitar sus rincones a través de las coplas. Pero Rafita tuvo la suerte de poder disfrutar de la última final del Falla y comparte su visión, tan auténtica y tan especial, de lo que allí vivió aquel 21 de febrero de 2020.

Una final vista desde sus ojos

Las entradas fueron se regalo de cumpleaños. Chari, la taquillera de Falla, con su calidad humana y su simpatía, lo puso todo muy fácil con la condición de que el día de la gran final se acercara a verla a la taquilla. Porque, si algo hay en Cádiz, es humanidad.

Así lo hizo, lleno de emociones y con la sonrisa tan característica que le dibuja en la cara el hecho de estar cerca de su teatro.

Desde el palco 12 del Gran Teatro Falla, la lluvia de papelillos se veía preciosa. El suelo era una alfombra de alegría y el teatro temblaba al ritmo de la felicidad de los afortunados que habían conseguido entradas. Era un año de ausencias, faltaban Juan Carlos Aragón y Manolo Santander. Sus antologías abrirían el espectáculo para llevarlos por última vez a pisar las tablas.

“Era mi primera vez en el Falla y en una final. Cuando entré, me emocioné mucho y me agaché a besar el suelo porque en ese teatro habían estado todos los carnavaleros que a mí me gustan. Cuando vi ‘La Eterna Banda del Capitán Veneno’ y ‘El Batallón Rebaná” era como si estuvieran allí Juan Carlos Aragón y Santander. Recuerdo cuando cantamos el Credo de ‘Los Peregrinos’ que es lo que rezamos los carnavaleros, todo el teatro estaba en pie cantando y en el escenario lloraban de emoción. Después empezó la final y no me podía creer estar viendo en el Falla al Selu, a Martínez Ares, a Tino Tovar, a Javi Aguilera y a todos los demás. Yo los escucho todo el año y este año ha sido muy triste no tener carnaval”.

Rafita cuenta que fueron muchas horas de carnaval y que al final le costaba trabajo mantenerse despierto. Como presagio de los meses que procedían, el teatro parecía desbordar más carnaval que nunca. Fue un concurso de novedades: ese año, el fallo del jurado se podía vivir en el propio teatro.

Y cuando hablan de su Cádiz se les llena la boca como versaría ahora el pasodoble. A nuestro protagonista, el carnaval le abrió las puertas de Cádiz y Cádiz le ha dado grandes amigos. Rafael Benítez, que así se llama, presume orgulloso de tener grandes amigos en Cádiz, amigos que cantan en sus grupos favoritos: “tengo muchos amigos en el carnaval, por ejemplo, Julio Aragón, Javi Aguilera, Rafa Rojano, Javi Bohórquez o mi amigo Portilla, y cuando voy a verlos actuar me suben a cantar con ellos. Esa es mi ilusión”. Porque el carnaval es su pasión y forma parte de su vid> desde que el sol lo despierta hasta que apaga la luz por la noche. Su habitación es un museo en el que expone tipos originales de algunas agrupaciones, objetos con valor emocional que le han regalado algunos componentes y colecciones de pitos, llaveros o réplicas de objetos que forman su carnaval más personal.

En su último cumpleaños, aún intentando asumir la falta de carnaval, su casa se disfrazó del Gran Teatro Falla y recibió un vídeo de 15 minutos en el que lo felicitaban todos sus amigos carnavaleros y algunos de sus autores favoritos. Y es que el carnaval es lo que vemos en febrero, pero es muchísimo más. El carnaval empieza en el corazón y vive sin límites.

A Rafita no le viene de herencia, a él nadie le contó de pequeño quién fue Paco Alba y nadie le puso repertorios completos de Antonio Martín. Nadie le dijo que hubo en Cádiz un paisano suyo que hizo historia. Pero Rafita lo lleva en la sangre, quiere, mima y respeta el carnaval como la parte importante de su vida que es y admira el trabajo de cuantos se implican en la fiesta de la libertad. Cádiz es su destino favorito y el carnaval es su mejor plan.

Así que, Rafita, como dirían los hermanos Márquez Mateo: tú, que eres la prueba que los carnavales no tienen frontera, gracias por querer a mi fiesta, por querer a mi gente, por querer a mi tierra.

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