El Centro de Encuentro y Acogida (CEA) de La Línea de la Concepción ha dado a conocer los datos del trabajo que se lleva a cabo actualmente. El CEA está funcionando desde julio de 2002 y se dan servicios a personas con problemas derivados del consumo de drogas combinado con el desarraigo. Este año es especial para este centro al cumplir 15 de trabajo continuado.
380 personas están siendo atendidas de forma habitual, siendo también la media del pasado ejercicio 2016. De esas 380, 296 (77,90%) son hombres y 84 (22,10%) mujeres. En cuanto a nacionalidades, en su mayoría son españolas (82,25%), seguidas de diferentes países de Europa (14,52%) y el resto de países alcanza el 3,23%. En clave de municipios es La Línea donde reside el 80,04% de las personas atendidas, seguido de San Roque con el 2,68%, Algeciras y Los Barrios con el 1,60% y el 7,07%, respectivamente. Destacar también que el 8,02% de las personas atendidas no tienen domicilio.
El teniente de alcalde y delegado municipal de Asuntos Sociales, Helenio Lucas Fernández, ha querido resaltar con estos datos el “excelente trabajo que los profesionales del CEA llevan a cabo para paliar y ayudar a estas personas”.
Por
edades, el mayor número de acogidas ha sido de hombres mayores de 44 años (59,12%) y mujeres en la franja de edad comprendida entre los 26 y los 44 años (51,19%). Por el contrario, el menor número corresponde a la población más joven, menores de 25 años son el 24,13% en hombres y el 2,38% en mujeres.
Partiendo de la base de que las personas que acceden al CEA son
policonsumidoras, las sustancias de mayor consumo son la
heroína y “rebujao”, con un 38,41% en hombres y un 28,57% en mujeres, el
alcohol con un 36,33% en hombres y 29,76% en mujeres y la cocaína con un 17,86% en hombres y un 12,46% en mujeres.
La experiencia de trabajo con esta población permite diferenciar distintos grupos dentro del colectivo de personas usuarias del centro. Así, existe un grupo itinerante, de paso, que requiere de los servicios básicos (lavandería, duchas y alimentación) que ofrece el centro. Por otro lado, se aprecia otro grupo que, aún siendo estable sólo demanda éstos servicios sin plantearse, al menos por el momento, otro tipo de intervenciones bien por su deterioro personal y social, bien por su situación de adicción y/o alcoholismo, etc.
Por último, hay otro grupo que ha superado su adicción o se encuentra en tratamiento y cuyas carencias económicas, formativas, relacionales, etc., hacen que continúen utilizando el centro. Con este grupo la intervención debe ir dirigida a facilitar la incorporación socio-laboral.
Teniendo en cuenta esta realidad, el modelo de intervención se plantea en áreas de trabajo relacionadas entre si, como son los casos de servicios básicos, como la alimentación o la higiene; servicios sanitarios; sociales; psicológicos y la educativa.
Los Centros de Encuentro y Acogida responden a la necesidad de cubrir un “vacío” de atención a un sector de la población drogodependiente con dificultades graves en casi todos los ámbitos de su vida (alimentación, salud, higiene, desarraigo familiar y social, etc.). Para estas personas, lo “imprescindible” es comenzar una intervención precisamente sobre estos aspectos básicos, no condicionándola al abandono del consumo. Estas personas presentan un perfil que los convierte en un colectivo prioritario en el trabajo en drogodependencias.
El CEA de La Línea pretende consolidar la
atención a las necesidades básicas de las personas como puerta para avanzar en su incorporación social, y no sólo como un “colchón” que apenas amortigua dichas necesidades.
La filosofía que marca la intervención en este recurso se apoya en cuatro grandes ejes: el libre acceso, la baja exigencia, la globalidad y la flexibilidad. Llevados a la práctica, estos principios básicos se traducen en que la persona que normalmente no accede a otros recursos de tratamiento de drogodependencias puede acercarse a un espacio en el que, a diferencia de otros, las únicas exigencias para poder permanecer en él son la regla general del respeto, no “trapichear” y no consumir en el centro. Esto permite que se vaya generando una relación de confianza, para que el Centro de Encuentro y Acogida se convierta en un lugar de referencia para estas personas. Además, son ellas las que deben asumir el protagonismo en el ritmo de la intervención. En definitiva se trata un espacio donde en principio se puede “estar” sin más, y desde el que se puede ir tejiendo de forma natural las relaciones que disminuyan situaciones de marginación o exclusión.
Todo ello se resume en un trato dignificador hacia estas personas mediante una intervención, adaptándose a sus características.