Ya están aquí: Pfizer, Moderna, Atraséneca, hasta la rusa. Todas a punto de aprobarse para su distribución en masa. Mucha gente teme ponérsela por la rapidez con la que se han hecho, con lo que nos van a meter en el cuerpo y que prometen que el coronavirus será como un resfriado.
Algunas de las vacunas que nos ponemos hoy sin rechistar, tardaron años en descubrirse, pero hay una gran diferencia porque el coronavirus es una enfermedad que afecta a todo el mundo. Se puede llevar por delante a una persona que cobra el Ingreso Mínimo Vital y a un millonario. El coronavirus no es una enfermedad sólo de pobres y por eso, por el miedo, se invierten millones y millones sin poner reparo alguno.
Si se investigase de la misma manera algunas enfermedades que afectan a sólo una parte pequeña de la población, tendrían la cura en meses pero, claro, no es lo mismo porque esta afecta a 7000 millones de potenciales consumidores de la vacuna del coronavirus. El dinero lo mueve todo.
Pero también, ahora, vienen los negacionistas del coronavirus y los antivacunas. Movimientos peligrosos no sólo por su ignorancia sino porque también ponen en peligro a los demás.
En todo lo que se haga siempre habrá una corriente contraria. Somos así. Durante el confinamiento , todos rezábamos por la vacuna y exigiendo que se destinase el dinero que hiciera falta para encontrarla. Ahora que se encuentra, se dice que han ido demasiado rápido. ¿En qué quedamos?.
Yo soy un enfermo con todas las patologías habidas y por haber. Soy, además, disciplinado. Ya me he puesto este año la de la neumonía y la de la gripe. Así que con todo lo que se diga yo me pondré la vacuna como he hecho siempre con todas las demás, pero quiero dejar claro una cosa: lo voy a hacer por mí , pero también por ti. No lo olvides. Suerte.
