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El jardín de Bomarzo

El país más fuerte

Este Día de la Hispanidad la nación española se presenta como un Estado quebrado al que quizás solo sustente el sentimiento que habita dentro de los ciudadanos

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  • El jardín de Bomarzo.

"España es el país más fuerte del mundo, los españoles llevan siglos intentado destruirlo y no lo han conseguido"Otto von Bismarck

Si bien este 12 de octubre simboliza la efemérides en la que España se construye "en Estado plural en su cultura y política e integra a sus diversos reinos bajo una misma monarquía", este Día de la Hispanidad la nación española se presenta como un Estado quebrado al que quizás solo sustente el sentimiento que habita, escondido, dentro de unos ciudadanos a quienes en general les cuesta sacar a lucir con orgullo los colores de su bandera. Una que durante décadas fue secuestrada por la dictadura de Franco y que aún hoy para muchos simboliza aquello cuando ninguna corriente ideológica, de derechas, centro o izquierda, tiene derecho a apropiarse los colores de todo un país. La quiebra la produce un debate separatista permanente y la escasa unión de los partidos constitucionalistas a la hora de defender la unidad nacional por cuestiones sencillamente electoralistas, lo cual sitúa este día de España en uno de los niveles más pobres que recuerdan su cacareada memoria histórica. 

2D. Lo previsible ha terminado por instalarse de manera definitiva en nuestra política diaria y, fruto de ello, la presidente Díaz convocó elecciones para principios de diciembre bajo, como también era previsible, la escasamente creíble excusa de la "inestabilidad" producida por los partidos de la oposición y el "debate propio" que necesita Andalucía. Molesta que ni siquiera se trabaje un poco mejor el argumentario porque para el ciudadano que presta atención resulta un tanto humillante; podía prorrogar los presupuestos, no necesita a Ciudadanos para absolutamente nada y hasta las cucarachas en San Telmo saben que lo que realmente se quiere evitar es la sentencia de los EREs, la coincidencia con las generales porque con Pedro ni a coger votos y, aunque la fecha ahora no le gusta, dejarlas para más tarde puede ser peor por todo.

Ahora bien, deshojada la margarita de la fecha y en un análisis rápido del hecho, los indicadores dicen que lo probable es que la inestabilidad política se instale en Andalucía para quedarse por meses. Porque la presidente no logró, como pretendía, un compromiso de Ciudadanos para la próxima investidura y sabe que está lejos de acercarse a una mayoría, más bien está cerca de perder sobre lo que tiene y aunque gane con diferencia, en ningún caso será suficiente. Y Ciudadanos no le dio ni le puede dar compromiso alguno por dos cuestiones: su jefe Rivera va después a urnas cuando Sánchez decida y no sería de su gusto hacerlo con la rémora de un acuerdo en Andalucía con el PSOE y menos cuando la sentencia de los EREs deje al descubierto lo que muchos temen y, dos, solo unos meses más tarde se celebran comicios municipales y Ciudadanos será clave en la política de pactos porque esta vez quiere entrar allí donde pueda -diputaciones incluidas-. Hacer campaña en las municipales con la foto de haber investido al PSOE en la Junta no parece una buena apuesta electoral.

El PP se recupera, bien es cierto que de manera suave y lo hace porque el cambio a Casado anima a parte de su decepcionado electorado, pero en Andalucía corre el serio riesgo de quedar por debajo de Ciudadanos. La cuestión será la suma entre ambos, a día de hoy parece que insuficiente para una mayoría. Esta será la gran batalla, la del partido que logre quedar en segunda posición y que está, no lo dude nadie, en seria disputa. Por detrás, Adelante Andalucía, con quien el PSOE también podría sumar, pero a nadie escapa que si al final Díaz necesita de Teresa Rodríguez o Maíllo para ser investida el coste, personal y político, será elevado, de hecho ni de lejos se tragan; claro que en política todo es posible, pero en principio la están esperando con sumo interés para llegado el caso cobrar facturas pendientes. Y son muchas.

El artículo 118 del Estatuto de Autonomía andaluza establece que si "transcurrido el plazo de dos meses a partir de la primera votación ningún candidato hubiera obtenido la mayoría simple, el Parlamento quedará automáticamente disuelto y el Presidente de la Junta en funciones convocará nuevas elecciones". Tras las elecciones del 2D, la fuerza más votada tendrá 15 días para que el presidente del Parlamento proponga candidato a la presidencia de la Junta, fijando fecha para la próxima ronda de investidura, que tendría que superar por mayoría absoluta. Si no lo logra, en 48 horas convocaría segunda sesión pero, esta vez, debería superarla por mayoría simple -más síes que noes-. De no lograrlo, la fuerza más votada tendría desde esa fecha dos meses para realizar todas las convocatorias que considere oportunas. Si por un azar la aritmética electoral no propiciara una investidura que ha de producirse a escasos meses de generales y municipales y eso condiciona mucho y, por tanto, las andaluzas debieran repetirse, por las fechas serían dos meses después desde finales de diciembre, es decir entre principios y mediados de marzo; antes de las municipales y europeas, antes previsiblemente de las generales y antes, posiblemente, de que salga la sentencia de los EREs. Y, por supuesto, para entonces con un debate medido y repetido sobre la parálisis que los partidos de la oposición le están provocando a esta nuestra querida Andalucía. Puede ser que todo esto no sea, pero tiene mucha pinta de que pudiera resultar que sí.

Vox. En medio, llegó la ultraderecha. Al PP le había salido un escape por su izquierda con Ciudadanos y ahora le sale otro por la derecha con Vox, que abrazados a un discurso bruto en temas como, sobre todo, inmigración, logra elevar ostensiblemente sus posibilidades y arrinconar a otros partidos que pasan de puntillas sobre un asunto que ha llegado para quedarse en la lista de preocupaciones principales de los ciudadanos: la inmigración. A Vox le ha venido genial, además, que Pedro Sánchez saque de paseo a Franco, popularizando un debate que no existía. En el Valle de los Caídos hay colas a diario y si al final lo llevan a La Almudena, como probable parece, le habrían hecho el favor definitivo a Franco, a su familia y a formaciones extremas como Vox que se alimentan, exactamente, de eso. Por tanto, el que tuvo la idea mejor no tenga otra.

Los españoles tienen por escribir la letra de su himno. El tachán, tachán, tachán pone sonoridad a un hueco gramatical fruto de su disparidad territorial y autonómica, a estas alturas imposible de resolver porque jamás nos podríamos de acuerdo: somos el único país del mundo sin letra en su himno porque los otros tres son Kosovo, que no tiene reconocimiento mundial como país, San Marino, que es un microestado, y Bosnia y Herzegovina, que está cerca de aprobar la letra de su himno. Dice mucho de nosotros mismos porque tener letra es estar de acuerdo en algo y, claro, solo faltaría eso. Como decía Otto: España es el país más fuerte del mundo...

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