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El jardín de Bomarzo

Entre listas y cuentas

Cádiz es con quince diputados la tercera provincia que por población más representación tiene tras Sevilla -con 18- y Málaga -con 17-

Publicado: 10/06/2022 ·
15:18
· Actualizado: 10/06/2022 · 15:18
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Bomarzo

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Un total de nueve diputados en el Congreso, cuatro senadores y quince en el Parlamento de Andalucía, a los que se suman los treinta y un diputados provinciales, representan el reparto de la provincia de Cádiz en las diferentes instituciones políticas y de gobierno que más influyen en el interés de los ciudadanos, al margen de lo que suponen los ayuntamientos. En el caso andaluz, Cádiz es con quince diputados la tercera provincia que por población más representación tiene tras Sevilla -con 18- y Málaga -con 17- de un total de 109 parlamentarios; Ángela Aguilera, Alfonso Candón, Juan Cornejo, Bruno García, Manuel Gavira, Manuel Jiménez Barrios, Araceli Maese, Ángela Mulas, Inmaculada Nieto, María del Pilar Pintor, Ángela Rodríguez, Sergio Romero, Noelia Ruiz, Juan de Dios Sánchez y Ricardo Sánchez son los quince diputados que el electorado gaditano eligió hace ahora casi cuatro años para ser representado en esa misma institución que el próximo 19J saca las urnas a la calle y para la que, en principio, cada provincia vota en la idea de elegir a esos representantes que, también en principio, velarán por el interés general de su territorio, tanto como sucede con las elecciones al Congreso, donde cabe destacar que el principal representante gaditano fue el actual ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska -PSOE-, sobre quien habría que hurgar mucho en la hemeroteca para recordarle defender algo de la provincia por la cual sacó su escaño y que, obviamente, no lo hiciera en aquella campaña cuando pedía el voto y justificaba su intromisión.

Los otros congresistas son Eva Bravo Barco, Juan Carlos del Campo, Agustín Rosety, Carlos José Zambrano, María José García-Pelayo, José Ortiz, Noelia Vera y Carmen Martínez. Entre todos, Parlamento y Congreso, sería de interés común conocer con detalle los logros, propuestas, avances en diferentes materias en cuestiones como planes de empleo o infraestructuras, en definitiva, tener un exhaustivo balance de gestión de legislatura que determinase con detalle lo logrado por la provincia de Cádiz entre estas dos instituciones; en la otra bandeja de la balanza, situar pesita a pesita los costes, sueldos, primas, viajes y estancias, gastos en general para con una cosa y la otra tener claro si a la provincia el negocio de tener representantes políticos le ha resultado rentable o, por la contra, no. No es cuestión de hacer una crítica sencillamente por hacerla, igual resulta que se han conseguido muchas cosas pero se ha comunicado mal -raro, teniendo en cuenta que se publicita hasta cuando se inaugura un ascensor-. Pero habría que hacer balance antes de votar, igual que casi todos los trabajadores del mundo laboral están sometidos a controles de productividad, hacerlo además sin caer en el partidismo de culpar a la Junta los del PSOE o al gobierno central los del PP y a todos, los demás. Ya, una quimera.

A diferencia de otras donde se dice que esta o aquella provincia lo tiene todo, en Cádiz es verdad. Pero todo, incluido lo malo. Con casi un millón trescientos mil habitantes y una superficie de 7.500 kilómetros cuadrados, le cabría dentro el País Vasco entero y le sobraría territorio de alguna de las muchas maravillas que encandilan a tantos que, y esta es una verdad indiscutible, sueñan con visitar, pasar vacaciones o, más allá, vivir en la provincia de Cádiz, de hecho hay poblaciones como Chiclana, Rota, Jerez o El Puerto que están incrementado su censo mes a mes gracias al teletrabajo -la gente se viene, ejem-: un paseo por casi cualquier rincón de su capital, La Barrosa, Sanlúcar y Doñana, Conil, Vejer y El Palmar, Zahora, Los Caños, Zahara -de los atunes y de la Sierra-, Bolonia, Punta Paloma, Tarifa, Arcos, Setenil, los pueblos blancos, El Puerto, Rota y todo lo que suma un enorme Jerez, me encanta, más un Campo de Gibraltar que quiso ser provincia y hoy es un anexo vital para una provincia que desde allí es frontera con África, cruce entre mares y paso de grandes especies bajo la sombra del Peñón de Gibraltar. La base de Rota, parques naturales, bahía, costa y sierra y denominaciones de origen como determinados productos únicos del mar, quesos o vinos, todo ello la elevan a una dimensión única en los cada más exigentes paladares del viajante. Cádiz en verano es un mar de sensaciones, es cultura y, como remate diferencial, tiene sonido propio cuando a compás por bulerías o con un tanguillo suena única y se sabe que aquello es cultura con denominación de origen. Como la tiene hasta su viento, que es propio, ese aire difícil al que solo entiende y soporta el nativo. Viento de levante, calor en Cádiz, infierno en Sevilla.

El hecho de que la capital sea la tercera en población tras Jerez y Algeciras la ha dotado de una diversidad poco común, buena para algunas cosas pero desastrosa desde la certeza de que en esta provincia cada uno hace la guerra por su cuenta y jamás ha existido una estrategia común que ponga en valor y cuide los intereses de todos y este hecho es así por dos cuestiones principales: gaditano se siente aquel ciudadano nacido en Cádiz capital e, incluso, de Puerta Tierra para adentro porque incluso los de la avenida son sospechosos de ser más bien descendientes de Puerto Real, de hecho somos un conglomerado de portuenses, chiclaneros, jerezanos, roteños, sanluqueños o gente de la Isla, ante lo cual no hay un sentimiento común de provincia y sí la inquina estúpida y crónica de Cádiz con Jerez o Jerez con Sanlúcar o Chiclana con San Fernando o Algeciras con la Bahía o, ya puestos, todos contra todos.

La otra es el hecho del que podría denominarse ejemplo Marlaska, nacido en Bilbao, el más alto y reputado representante de la provincia y, en consecuencia, de sus intereses y su, por cuestiones obvias, evidente desapego con el territorio, a lo que se añaden las disputas partidistas eternas, y la suma de todo hacen que nunca haya habido una defensa férrea ante los evidentes déficits que tiene este territorio en materias de empleo, en infraestructuras y en inversiones en general. Mucho menos teniendo en cuenta que las listas al Congreso o Parlamento las hacen los partidos y, por tanto, los representantes provinciales son más prisioneros y fieles a la directriz política que al interés del ciudadano. Esto no significa que no le defiendan, pero desde luego no lo hacen como sucede en otros países o sistemas democráticos donde los diputados ponen sus provincias por delante de sus partidos porque las listas son abiertas y se deben a sus electores, que cuando llega el momento hacen balance de la gestión y ponen cruces delante de nombres. Aquí no hay balances, solo partidos que hacen listas y ciudadanos que no hacen cuentas.

No tiene mucha solución porque para que la tuviera nos tendríamos que poner de acuerdo y, señores, señoras y demás fauna, esto es Cádiz, lo cual es también una maravillosa noticia. Con todo lo bueno, con todo lo malo, el sitio por el que merece la pena luchar y vivir.

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