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El pobrecito hablador

Mi 155

La nueva guerrera del antifaz quizás no vea las colas de personas pidiendo una bolsa de comida para llevar a casa

Señora de su cortijo al sur de Despeñaperros, ella pretende ser la salsa de todos los platos, la plañidera en el entierro de Ferraz y el recién nacido en el bautizo del 155. Y, cuando nadie mira, es el palo en los radios de una bicicleta que rueda cuesta abajo y sin frenos.

A pesar del cargo que ocupa, o precisamente por esa misma razón, no le importa tergiversar la historia o la verdad para adaptarla a sus intereses. Y poco le importan el 28 de Febrero o el 4 de Diciembre. Lo que realmente le importa es el aplauso fácil de una prensa que la usa como cuña de la peor madera.

Se viste y arropa de legalidad, clamando a los cuatro vientos en contra de aquellos que se la han saltado, apoyando y aplaudiendo la aplicación del 155 en Cataluña. Ojo, que me parece bien que cada cual dé su opinión, y no seré yo quien critique o ponga trabas a la libertad de expresión.
Lo que me revuelve las tripas es que su máxima preocupación sea la salud de España y no la de los andaluces, con una Sanidad más insana cada día; que se tire el farol de un españolismo, tan impostado como innecesario, mientras cada una de nuestras ocho provincias sigue teñida de rojo en los mapas del paro.

Ella, súper-heroína de la legalidad, no es capaz de cumplir sus propias leyes, cuando promete lo que sabe que no es capaz de realizar. Y si no, que le pregunten por la renta básica, tan fugaz y efímera como ineficaz. La nueva guerrera del antifaz, costurera de países y partidos, quizás no vea las colas de personas pidiendo una bolsa de comida para llevar a casa. O tampoco llegue a conocer el drama de  esos niños que se quedan sin merienda en nuestros colegios. Sigue cosiendo banderas, Susana, y mételas en pan, que eso alimenta.

Soy de la opinión de que ella, y todo lo que representa, se merece no ya uno sino varios millones de 155, con cada uno de nuestros votos, papeleta a papeleta, que la pongan en su sitio. En la calle.

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